La COP22 desde una perspectiva islámica

Estamos en vísperas de la COP22 (cumbre sobre el cambio climático), que se celebrará en noviembre en la ciudad de Marrakech. Hagamos por tanto una pequeña reflexión sobre este asunto, desde una perspectiva islámica.

Todos sabemos a estas alturas el origen de los graves disturbios climáticos que nos afectan a todos, en especial a los más pobres y vulnerables: el exceso de codicia y un modelo de consumo insensato e ilimitado.

El islam siempre ha proporcionado las claves para una vida armoniosa, en la cual el ser humano no tome de la naturaleza más de lo que necesita para su sustento y su disfrute. Todo en su justa medida, porque como decía el Profesor Sedov (la verdad no es monopolio de una sola cultura): «Todo está en la medida, que la medida debería ser la regla suprema de la vida y el secreto de la felicidad».

Asimismo, el Islam también ha advertido de los desequilibrios y desigualdades que estaban por llegar en caso de no seguir sus recomendaciones.

Dios lo ha creado todo en equilibrio (mizân): hábitats, ecosistemas y toda clase de vida. Un equilibrio que solo el ser humano es susceptible de romper, debido a su capacidad de corromper la tierra (fasad), como menciona repetidamente el Corán. Tanto es así que su acción ha propiciado el cambio climático al que estamos asistiendo, en forma de sequías crónicas, inundaciones devastadoras y toda clase de fenómenos metereológicos extremos.

Dios lo ha creado todo en equilibrio (mizân): hábitats, ecosistemas y toda clase de vida.

Al-Amana

El hombre, como califa, o representante de Dios en la tierra –»Vamos a poner un califa en la tierra» (Corán, 2:30)- tiene el máximo grado de responsabilidad, al-amana, con respecto al resto de la Creación: sus semejantes y los demás seres vivos e inanimados. Así, es responsable de ejercer la justicia sobre la tierra. Concepto este, el de justicia, enormemente arraigado en la tradición islámica, aunque no siempre se ejerza:

«¡Vosotros que creéis! Sed firmes en establecer la justicia dando testimonio por Allah, aunque vaya en contra de vosotros mismos o de vuestros padres o parientes más próximos, tanto si son ricos como si son pobres; Allah es antes que ellos. No sigáis vuestros deseos, para que así podáis ser justos» (Corán, 4:135).

Y en este ejercicio, la justicia medio ambiental es imprescindible, y se basa en una gestión y repartición equitativas de los recursos naturales que han sido creados a disposición de todos sin excepción: animales, plantas y personas. Para ello es esencial, como preconizamos en Med-O-Med, crear modelos económicos sustentables y duraderos, alejados del actual desenfreno financiero, que alcancen a todos los sectores de la población y todas las regiones del planeta con ecuanimidad.

El islam es la Civilización Verde. Una civilización amante de la naturaleza y consciente de su valor y su fragilidad. El Profeta Muhammad fue un ejemplo a la hora de relacionarse con ella, y siempre exhortó a la moderación en su manejo. Fue especialmente cuidadoso en la utilización del agua, ese bien tan raro y escaso en ciertas regiones del planeta. Su celo llegaba a tal grado, que aconsejaba hacer las abluciones con poca agua, aunque se tratara de la corriente de un río. Prohibía sacrificar animales que no estuvieran destinados a la mesa, y talar o arrancar árboles sin necesidad. También llamaba a la frugalidad en la nutrición, instando a no consumir más de lo necesario y lo que el cuerpo pueda asimilar, evitando así la enfermedad y el acaparamiento de alimentos.

Esta breve pincelada nos invita a una toma de conciencia y a una acción individual y colectiva, fundamentada en los más genuinos principios islámicos, válidos para toda la humanidad. Si logramos alcanzar los objetivos de la COP22, que se celebrará bajo el lema «Actuar», conseguiremos una COP23 de la «Liberación».

Cherif Abderrahman Jah. Presidente de la Fundación de Cultura Islámica

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