La adhesión del Palacio de Galiana de Toledo, a la plataforma de cooperación «Med-O-Med, Paisajes Culturales del Mediterráneo y Oriente Medio» nos brinda la oportunidad de conocer la labor para la puesta en valor y conservación del conjunto palacio-jardín, originalmente, «Almunia Real», o «Almunia Almansura», del monarca al-Ma’mûn (siglo XI). Además de presentar al nuevo miembro de la red, el artículo busca acercarse a la realidad histórica de un lugar que parece pura fantasía ¿Qué se esconde tras los cuentos y las poesías? ¿Qué legado permanece de este paraíso desaparecido?
Adelantamos ya que la verdadera magia de este lugar residió en todo el conocimiento empleado, en la ciencia que la huerta-jardín albergó desde su planteamiento. La también llamada «Huerta del Rey» constituyó un verdadero laboratorio agronómico. Aquí se pusieron a prueba los últimos avances científicos de la época para crear un espacio que conjugaba el placer con la producción mediante la creación de huertas y jardines; todo ello enmarcado por una espléndida arquitectura.
Introducción
El pasado mes de noviembre, tuvimos el placer de incorporar el Palacio de Galiana a la red Med-O-Med. Además, pudimos reunirnos y hablar con su gestora cultural, Sofía Palazuelo Barroso. A largo de este encuentro fuimos testigos de su pasión, amor y entrega hacia la historia de Galiana, su legado y patrimonio; una pasión heredada de su bisabuela, Carmen Marañón.
En la Vega Alta del río, a pocos kilómetros de la capital imperial, se levantó la conocida como «Almunia Almansura», o «Huerta del Rey», una residencia veraniega, construida en medio del campo por orden del monarca al-Ma’mûn ibn Dhî-l-Nûn entre los años 1043 y 1075.
Sofía Palazuelo forma parte del equipo de Around Art, asesoría y gestión cultural, donde se ocupa de la puesta en marcha del proyecto del Palacio de Galiana (Toledo) con actividades culturales, eventos, bodas y rodajes. El Palacio y antigua almunia real del siglo XI, también conocida como «Huerta del Rey», fue rehabilitado para apertura y disfrute también del público general. Actualmente se puede visitar, previa reserva, la magnífica arquitectura del palacio y la de sus jardines, todo ello amenizado con un estanque que actúa a modo de espejo, a imagen y semejanza del jardín andalusí. Pero, ¿qué constituyó la llamada «Huerta del Rey»?
A orillas del Tajo se levantó en el siglo XI dicha almunia real del rey, al-Ma’mûn, de la Taifa de Toledo. Se cuenta que fue un palacio de recreo salpicado por el verde y colorido de huertas y jardines, donde frutales, plantas y flores crecían configurando un hermoso vergel; un lugar inspirador para historiadores, cronistas, narradores y poetas, que supieron transmitir la magia de Galiana.
Aquí se vivieron trepidantes historias de amor, como la de Carlomagno con la princesa musulmana Galiana -de ahí el nombre actual-, el apasionado romance de Alfonso VI con la bella judía Raquel o la de Leonor de Guzmán con Alfonso XI, de cuyos amores surgió la dinastía Trastámara. Fue, precisamente, esta imagen y la fantasía que desprende este lugar lo que inspiró a Carmen Marañón en 1960 a comprar el palacio, entonces en estado ruinoso. Junto con el arquitecto Fernando Chueca Goitia y el historiador Manuel Gómez se realizó la primera restauración del palacio, que trató de conservar su originalidad y calidad histórica.
Un poco de Historia. El pasado de Galiana
Durante el periodo emiral, la dinastía de los omeyas construyó en medio del desierto mansiones con todo tipo de comodidades inspiradas en las antiguas estructuras de Oriente, como los Palacios de Quasayr Amra (715-718), hoy en Jordania; un tipo de construcción que los omeyas llevaron consigo a la península ibérica. Estas residencias de recreo, alejadas de los centros urbanos, se organizaban en salones, pabellones, huertos y jardines. Munya, quiere decir en árabe «casar de descanso rodeado de campos de cultivo» (Julián Ramos, 1998, 53). Por lo general, estas almunias se encontraban rodeadas de arboledas, parrales, prados y rosaledas, que se protegían con una cerca fortificada. Poco a poco, tras su momento de esplendor en época de taifas, estos palacios fueron alejándose de los centro de poder, lo que en Toledo se tradujo en una serie de viviendas con huertecillos y espacios ajardinaos que salpicaban las márgenes del río Tajo.
En la Vega Alta del río, a pocos kilómetros de la capital imperial, se levantó la conocida como «Almunia Almansura», o «Huerta del Rey», una residencia veraniega, construida en medio del campo por orden del monarca al-Ma’mûn ibn Dhi-l-Nun entre los años 1043 y 1075.
Durante los siglos XIII-XIV hay noticias de que se reconstruyó en el controvertido estilo mudéjar, pero parece que la intervención se limitó a la decoración con yeserías, arquillos y zócalos pintados y a la reparación de algunos de sus lienzos.
Pronto, se vio sacudida por los feroces ataques perpetrados por las fuerzas almohades y almorávides, acometidos alrededor de la década de los noventa de ese mismo siglo, los cuales continuaron hasta finales del siglo XII, ya en época cristiana. Tras la famosa batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, los Anales Toledanos nos trasmiten que el conjunto quedó arrasado, pero, a pesar de tan trágica noticia, parece que conservó gran parte de la estructura.
Durante los siglos XIII-XIV hay noticias de que se reconstruyó en el controvertido estilo mudéjar, pero parece que la intervención se limitó a la decoración con yeserías, arquillos y zócalos pintados y a la reparación de algunos de sus lienzos. En este periodo el palacio pasó a manos del Convento de Jerónimos de la Sisla y, posteriormente, fue comprado en 1394 por Beatriz de Silva, quien se casaría con Alvar Pérez de Guzmán. La familia Guzmán sería la poseedora de la finca hasta el siglo XIX.
El paisaje fue cambiando con el paso de los siglos, junto con las crecidas y subidas del Tajo; un cambio al que la «Huerta del Rey» no permaneció ajena. Según el momento, los cultivos y la extensión de la finca pudieron variar, pero los grabados nos revelan la continuidad de estas residencias de recreo, ahora muchas como cigarrales o fincas señoriales, propias del carácter humanista del siglo XVI. Aparece en el grabado de Wyngaerde, 1563, rodeada de una cerca, con un jardín regado por dos norias azudas y dos casas labriegas, de las cuales una todavía se conserva.
Actualmente, los jardines se componen casi exclusivamente de cipreses, aunque a lo largo del recorrido pueden encontrarse diferentes flores como adelfas, lavandas, rosales y granados, y también plantas trepadoras como la hiedra o la parra virgen.
En cambio, las xilografías del siglo XIX nos muestran una edificación ya en un estado ruinoso. La emperatriz Eugenia de Montijo, última propietaria del palacio perteneciente a la familia Guzmán, murió antes de poder llevar a cabo la restauración para sacar al edificio del estado de abandono en el que se encontraba.
El Palacio de Galiana fue declarado, primero, Monumento Histórico-Artístico en 1931 y, en 1985, Bien de Interés Cultural. De ese primer palacio islámico del siglo XI se conserva el emplazamiento original y la primigenia planta, con unos jardines que recrean los entonces desaparecidos.
La Huerta del Rey, ciencia y placer
Toledo vivió una verdadera época dorada con la disgregación del Califato en reinos de taifas. Durante el reinado del monarca al-Ma’mûn, el «amante de los jardines», pasó a constituir el centro de referencia cultural, científico, especialmente, para el desarrollo agronómico. Nombres como el cadí Ibn Sâ’id, Azarquiel, Ibn Wâfid destacaron en el panorama toledano.
Las almunias, entonces, se convirtieron en «auténticos laboratorios de experimentación agrícola» (Jesús Téllez, 50) y sus jardines, en campos de ensayo; lugares donde el paraíso coránico tomaba forma.
La conocida como «Huerta del Rey», o «Almunia Real», formó parte de este impulso renovador. Se trataba de un complejo palaciego de recreo que contaba con un importante jardín botánico y, a su alrededor, una amplia zona de actividad agraria hortofrutícola. Ocupaba, en época taifa, el fértil terreno comprendido entre el Puente de Alcántara y los conocidos como Palacios de Galiana, extendiéndose por la Vega Alta del Tajo, en la orilla izquierda. Un lugar privilegiado, amenizado por las aguas y los árboles.
El jardín botánico de Ibn Wâfid e Ibn Bassâl, conocido por su esplendor, estaba compuesto de alamedas, huertos de árboles frutales, como naranjos y granados, y parterres.
La dependencia más sobresaliente, de la que se conservan numerosas descripciones, era un salón de aparato denominado Maylis al Naura (Salón de la Noria). Como bien indica su nombre había una noria, situada en el jardín al que se abría el salón, que recogía las aguas de la acequia que atravesaba el jardín, para regar las plantaciones y abastecer de agua a la alberca situada frente a la edificación. Este modelo de jardín con alberca se inspira en el agdal amazigh, extendido con los almohades, que recuerda al oasis africano. La Aljafería de Zaragoza o el Patio de los Arrayanes en la Alhambra parecen claros paralelos. En el interior de la alberca, se levantaba un kiosco (qubba) de bronce dorado, el único elemento de tradición persa, cubierto con una cúpula de cristal.
La descripción de Ibn Sa’id al-Magribî dice así:
En Toledo están las magníficas construcciones de los Dhî l-Nûn entre las que destaca la Alcoba de las Delicias (Qubbat al-Na’im), que al-Ma’mûn mandó construir. Envuelta por una cortina de agua se crea una especie de estancia abovedada en el interior, de la cual él se reclinaba en el frescor de los días de verano con alguno de sus mejores amigos, y ni siquiera una mosca podía distraerles. Eso sucedía en el Jardín de la Noria.
La plantación de los jardines-huertas originales ha sido atribuida al geópono y sabio toledano, Ibn Wâfid, quien empleó el espacio para la experimentación. Aquí aclimató distintas especies vegetales e, incluso, puede que llegara a practicar la fecundación artificial. En cambio, Ibn Bassal se dedicó exclusivamente a la agronomía y a los estudios botánicos. En él le fue depositada la responsabilidad del cuidado de las huertas-jardín, sin saber con exactitud cuándo, entre 1074 y 1075. El saber adquirido durante su intervención en este proyecto le sirvió para, una vez conquistado Toledo, crear una escuela agronómica en Sevilla. A ambos se les atribuye la constitución de la primera botica real y la aclimatación de palmeras orientales en la península ibérica.
El jardín botánico de Ibn Wâfid e Ibn Bassâl, conocido por su esplendor, estaba compuesto de alamedas, huertos de árboles frutales, como naranjos y granados, y parterres. Aquí crecían plantas exóticas, ornamentales o medicinales para la elaboración de remedios. Esta explosión de colores se completaba con los complejos juegos de agua fruto del empleo de una sofisticada ingeniería hidráulica; de hecho, se ha contemplado la posibilidad de que el reloj de agua diseñado por el astrónomo y astrólogo Azarquiel (s. XI) -el cual permitía leer la hora gracias a las corrientes de agua-, pudiera haber estado ubicado en el palacio. Los manantiales que regaban los arriates lograban extender tanta humedad que llegaba hasta las habitaciones más íntimas, logrando que las habitaciones estuvieran frescas en verano.
Situación actual. Un palacio único
Actualmente, los jardines se componen casi exclusivamente de cipreses, aunque a lo largo del recorrido pueden encontrarse diferentes flores como adelfas, lavandas, rosales y granados, y también plantas trepadoras como la hiedra o la parra virgen. Durante la primavera-verano florece la mayoría, perdurando la lavanda hasta el mes de junio, aunque en otoño todavía podremos encontrar los granados en flor.
La arquitectura resultante de las intervenciones destaca por su forma rectangular, el amplio patio dividido en pasillos que confluyen en una fuente central, el estanque interior que reproduce la posible ubicación original y los arcos islámicos polilobulados con perímetro almenado, que recupera el aspecto fortificado de una época medieval marcada por la guerra. La cubierta dinamizada por los merlones se encuentra sustentada por una galería abierta, la cual conduce hasta un precioso balcón que permite la contemplación del estanque interior del jardín. Por último, la fachada principal dirige, todavía hoy, su mirada hacia al Tajo, cuyas aguas, en constante movimiento, contrastan con la impertérrita medina islámica de Toledo que se cierne en lo alto desde la colina.
Conclusiones
El proyecto del Palacio de Galiana coincide en muchas de sus líneas con el trabajo de Med-O-Med para la recuperación de la biodiversidad y de paisajes culturales en el Mediterráneo y Oriente Medio, pero también con las del recién inaugurado Centro de Estudios sobre el Toledo Islámico. El objetivo de este novedoso centro es la promoción de la investigación, difusión y puesta en valor del patrimonio material e inmaterial, natural y cultural de la región histórica del reino de Toledo durante época andalusí y su legado posterior. Es por ello que la adhesión del Palacio de Galiana es para nosotros de gran valor, y esperamos que sea fructífera para todos los miembros que conformamos esta red de cooperación y colaboración.
Aurora Ferrini – FUNCI
Información para la visita
Reserva tu entrada en: Palacio de Galiana
Contacto: eventos@palaciodegaliana.es
Horarios *:
Invierno, 1 de noviembre a 30 de abril:
El Palacio realiza pases de viernes a domingo:
- Mañanas, 10.00h, 11.00h, 12.00h y 13.00h
- Tardes, 16.00h, 17.00h y 18.00h
Verano, 1 de mayo a 31 de octubre:
El Palacio realiza pases de miércoles a domingo:
- Mañanas, 10.00h, 11.00h, 12.00h y 13.00h
- Tardes, 18.00h y 19.00h
Cerrado: enero, días 1 y 6; agosto del 1 al 13; diciembre, días 24, 25, 30 y 31.
*El horario de visitas puede cambiar por celebración de eventos en el castillo. En caso de cierre se ofrecerán alternativas.
Referencias
«El Palacio de Galiana: matrimonio perfecto». Jardines Secretos de España, febrero de 2004. Acceso el 25 de enero de 2023, https://www.palaciodegaliana.es/assets/images/JardinesSecretos.jpg
Domecq, Ines y Laura Vecino. «Palacio de Galiana: elogio de Toledo y nostalgia del al-Ándalus a orillas del Tajo». Revista Hola, julio 2018. Acceso el 25 de enero de 2023, ttps://www.palaciodegaliana.es/assets/images/Reportaje_Hola_Palacio_de_Galiana.pdf
López-Quesada, Loreto. «The flourishing grounds at Toledo’s centuries-old Galiana Palace are one of the quiet wonders of Europe». Milleu, diciembre de 2015. Acceso el 25 de enero de 2023, https://www.palaciodegaliana.es/assets/images/milieumag.pdf
Ramos Ramos, Julián. «Las almunias de la ciudad de Toledo». Tulaytula: Revista de la Asociación de Amigos del Toledo Islámico, Nº 3 (1998): 51-76.
Téllez Rubio, Jesús. «Dos agrónomos toledanos: Ibn Wâfis e Ibn Bassâl, y la Huerta del Rey». Tulaytula: Revista de la Asociación de Amigos del Toledo Islámico, Nº 4 (1998): 49-58.
Vázquez González, Alfonso. «Evolución histórica del paisaje de la Vega Alta de Toledo: Huerta del Rey y La Alberquilla». El Nuevo Miliario, nº 5 (enero 2008). Acceso el 25 de enero de 2023, https://issuu.com/juaneloturriano/docs/el_nuevo_miliario_5_2008/s/10632877
Vicente, Teresa. «Palacio de Galiana, fortaleza entre cipreses». Vanitas, 4 (2016). Acceso el 25 de enero de 2023, https://www.palaciodegaliana.es/assets/images/vanitas.pdf
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