Mesa redonda sobre islam y sostenibilidad ambiental

En el mes de noviembre pasado se celebraba la 27ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones sobre el Cambio Climático (COP27), organizada en Egipto. Fue un evento marcado por la tensión entre sus participantes y la búsqueda cada vez más patente de adoptar medidas que permitan alcanzar los objetivos climáticos acordados en el Acuerdo de París. A pesar del descontento generalizado y las disensiones vividas, la conclusión es clara: queda mucho trabajo por hacer en materia climática y no es posible sin la colaboración de los múltiples agentes. La emergencia energética y ecológica están aquí. Es por ello que, desde la Fundación de Cultura Islámica (FUNCI) y el Grupo de Análisis sobre Islam en Europa (GRAIS), hemos querido transmitir que las religiones, concretamente el islam y su herencia, constituyen un camino posible para crear alianzas por su capacidad movilizadora y de influencia en la conducta humana.

La conclusión es clara: queda mucho trabajo por hacer en materia climática y no es posible sin la colaboración de lus múltiples agentes. La emergencia energética y ecológica están aquí.

Precisamente, en este contexto se organizó, el pasado 16 de noviembre, en el marco de la XXII Semana de la Ciencia y la Innovación de la Universidad Complutense de Madrid, una mesa redonda titulada “Sostenibilidad medioambiental e islam”. Esta mesa redonda estaba compuesta por Luey Hamadache (Centro Cultural Islámico de Valencia, estudiante de ciencias islámicas), Encarna Gutiérrez (Fundación de Cultura Islámica) y Borja Heredia (Ministerio para la Transición Ecológica y el reto Demográfico), y estuvo moderada por Johanna M. Lems (GRAIS, Margarita Salas (UCM/UAM). Al final de sus intervenciones se abrió el turno de palabra, para facilitar la participación del público mediante comentarios, preguntas y experiencias.

Su objetivo era analizar el ambientalismo desde la perspectiva del islam y conocer algunas de las iniciativas locales e internacionales que se han impulsado desde une perspectiva musulmana para cuidar del planeta. Fruto de este encuentro y de las intervenciones realizadas durante las dos horas que duró el encuentro, podemos destacar ciertas ideas y conceptos que consideramos imprescindibles recordar. El objetivo de este artículo es recopilar los puntos y acciones fundamentales tratados durante la mesa redonda en materia de ambiente e islam, para poder difundirlos y revisitarlos siempre que se necesite.

Un primer paso

El conocimiento es uno de los pilares fundamentales del islam. Son las propias escrituras coránicas y las enseñanzas proféticas las que empujan al individuo a esa búsqueda y a la Ciencia, cualquier ciencia. Es decir, todo lo que es ciencia también se ve afectado por el islam y no hay nada que sea bueno para el ser humano que no sea islámico por definición.

El objetivo del encuentro era analizar el ambientalismo desde la perspectiva del islam y conocer algunas de las iniciativas locales e internacionales que se han impulsado desde las enseñanzas islámicas para cuidar del planeta.

Hay que tener en cuenta que la cultura musulmana no es fruto de un único momento, sino que integra una herencia ancestral que la conecta con civilizaciones remotas en un proceso de síntesis continuo que se extiende hasta la actualidad. De este modo, a medida que el mundo de mayoría musulmana se fue ampliando, también incorporó nuevos saberes y los integró como propios. Hoy en día, a través de diversas acciones, distintas iniciativas y organizaciones siguen tratando de adaptar estas enseñanzas a los nuevos retos y necesidades del mundo contemporáneo.

Encarna Gutiérrez, Secretaria General de FUNCI, destacaba la importancia de las aportaciones islámicas al paisaje y su utilización en la península ibérica, en el pasado y presente. Un punto de partida que sirvió, tras los atentados de Nueva York, para generar acciones que no solo pusieran en valor esa herencia, sus aportaciones al conocimiento y la protección de la naturaleza, sino también que combatiera la islamofobia. Se organizó, entonces, la exposición El Jardín andalusí, donde aparecía el jardín como un espacio de misticismo y estética, pero también de ciencia y de investigación.

La falta de sostenibilidad en muchos los países de mayoría islámica en la actualidad planteaba un desafío desde hace numerosos años, para lo que FUNCI decidió crear el proyecto Med-O-Med, un modo de colaborar con los países del Mediterráneo y Oriente Medio. El hecho de la gran importancia que los textos fundacionales del islam y la tradición profética acuerdan al cuidado del medioambiente constituye una base de convergencia para desarrollar acciones conjuntas entre los países de la región.

Como se dijo en repetidas ocasiones en la mesa redonda, para entender la relación entre sostenibilidad ambiental e islam hace falta introducir el concepto de mizan, en árabe, “balanza”, “equilibrio” y “equidad”, que nos remiten a una sostenibilidad en mayúscula, holística, donde no existen diferencias entre los aspectos internos y externos, materiales y espirituales. Es esta misma balanza la que nos permite discernir entre lo bueno y lo malo, una balanza que emplea Dios para crear un universo equilibrado. Esta toma de conciencia permite al ser humano saber que los recursos no se han de utilizar de manera desmesurada hasta su agotamiento, sino que deben respetar sus ciclos para que siga desarrollándose el beneficio de uno mismo y de su comunidad, o ummah. Aprender a cultivarse, para cultivar lo que uno tiene a su alrededor.

Para entender la relación entre sostenibilidad ambiental e islam hace falta introducir el concepto de “mizan”, “balanza”, “equilibrio” y “equidad”, que nos remiten a una sostenibilidad en mayúscula.

«Para restaurar ese equilibrio medioambiental», señala Luey Hamadache (Centro Cultural Islámico de Valencia), «hace falta trasladar el foco teórico de las enseñanzas coránicas a la praxis, educarnos a nosotros mismos para que las acciones que se tomen repercutan del modo correcto. El mundo natural es el medio por el que tomamos la bendición del Creador y el protegerlo es una forma de respeto hacia los seres vivos que lo conforman. En primer lugar, se propone como marco inicial la creación de un espacio en las que las personas puedan sentirse seguras, para que, desde ese ambiente comunitario, puedan emprender acciones sociales como el cuidado de parques, limpieza, actuaciones en favor de la sostenibilidad… El Islam prohíbe la contaminación del medioambiente y prohíbe el derroche en todas sus formas, entre ellas la del agua».

Otro de los conceptos clave que se utilizaron durante el encuentro es el de yihad, que alude al «esfuerzo» o «perseverancia» para alcanzar el islam, en este caso haciendo referencia al esfuerzo personal para alcanzar la plenitud y a la lucha contra aquellos elementos que buscan corromper el bienestar, como sucede con el cambio climático. Defender los bienes comunes de la tierra requiere un esfuerzo; por eso es necesario educar en principios  universales, tal vez desde los orígenes y raíces del islam, así como de otras religiones y culturas, para inculcar una conciencia medioambiental y unas obligaciones hacia la naturaleza.

 

Este esfuerzo, de hecho, se ha traducido en una serie de herramientas que han conformado la arquitectura verde (Estocolmo 1972, Cumbre de la Tierra; Río de Janeiro 1992, Cumbre de Río; Las resoluciones de la UNEA…), sobre la cual se ha construido la protección del medio ambiente. El islam no ha permanecido indiferente a este proceso. Por el contrario, como cuenta Borja Heredia, los países islámicos han liderado las iniciativas y las creaciones de leyes y normas para su estabilidad y belleza. En 2015, durante el Simposio Internacional Islámico sobre Cambio Climático en Estambul, los líderes musulmanes hicieron un llamamiento a los 1.600 millones de ciudadanos musulmanes para desempeñar un rol activo en la lucha contra el cambio climático, e instaron a los gobiernos a llegar a un acuerdo. La iniciativa faro ha sido la Gran muralla verde del Sáhara y el Sahel, destinada a paliar los efectos de la desertificación y contribuir a mejorar la vida de millones de personas con la creación de un gran mosaico de paisajes verdes y productivos.

Conclusiones

Hay que vincular y apelar a las conciencias religiosas o éticas para el cumplimiento de estos objetivos. Para ello, es necesario marcar pequeños hábitos e implementar prácticas para educar a las nuevas generaciones y generar lazos entre los distintos grupos sociales. Ya el Corán insta al individuo a proteger, cuidar el medioambiente y no derrochar los recursos de la tierra, como una responsabilidad individual que repercute positivamente en lo común. Es una cuestión intrínseca al islam, que a lo largo de los siglos ha producido un extenso conocimiento técnico para el cuidado del medioambiente y el desarrollo humano equilibrado.

En definitiva, el islam se presenta como una vía posible para la lucha contra el cambio climático, que se cimenta necesariamente en el cuidado del ambiente, pero el impulso debe provenir de la iniciativa individual que necesita de la comunidad para alcanzar un «holismo sostenible».

¿Quieres ver la mesa redonda completa?

Visita el vídeo en el siguiente enlace:

Sostenibilidad medioambiental e islam

Aurora Ferrini – FUNCI

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