A comienzos de este nuevo año 2019, la revista Science recogía un preocupante artículo, desarrollado por la Chinese Academy of Science, que informaba del rápido aumento de la temperatura de los océanos, cada año mayor que el anterior. Durante los últimos 13 años, este grupo de investigación ha utilizado un novedoso sistema de medición denominado “Argo”, que consiste en la extensión de una red de flotadores autónomos de recogida de información y cuya precisión supera con creces los sistemas de recogida de datos empleados en las décadas anteriores.
Su investigación ha constatado un aumento de las temperaturas de los océanos, a una profundidad de 2000 metros, de 01ºC entre los años 1971 y 2010. Aunque para el público general pueda no parecer mucho, este sutil cambio puede conllevar un aumento del nivel de agua de entre 30 y 100 cm para el año 2100, además de tener un impacto significativo sobre la fauna y flora del planeta. Algunas de sus repercusiones ya se han notado a lo largo del año 2018, entre ellas, el deterioro de los arrecifes de coral, una disminución en los niveles de oxígeno, la gradual desaparición de los glaciares, o las fuertes lluvias y la duración de las tormentas. Los huracanes Harvey, en 2017, y Florence, en 2018, que asolaron las costas atlánticas de Centroamérica y Estados Unidos, son también un relejo del impacto del cambio climático.
El impacto del cambio climático sobre la región del Mediterráneo
La región del Mediterráneo no es inmune al deterioro causado por el cambio climático. Es más, los informes desarrollados por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), perteneciente a la red Med-O-Med, lo señalan como una de las áreas medioambientales más vulnerables, un hecho intensificado por el elevado volumen de transporte que experimenta diariamente (más de 100.000 barcos cruzan el Estrecho de Gibraltar cada año) y por la dependencia que de este mar tienen los países de las riberas norte y sur.
Este elevado volumen de transporte tiene importantes repercusiones sobre la contaminación de las aguas, a causa del vertido de químicos y petróleo. De acuerdo con las cifras aportadas por Green Peace, el mar Mediterráneo constituye, tan solo, el 0,7% de la superficie marítima del planeta, y, sin embargo, recibe el 17% de la contaminación de las aguas. Lamentablemente, a esto debe añadirse la concentración de metales pesados en sus aguas, que presentan elevados niveles de mercurio, cadmio, hierro y zinc. Su acumulación presenta un importante peligro para la fauna y flora de la región y la sostenibilidad medioambiental.
El mar Mediterráneo constituye, tan solo, el 0,7% de la superficie marítima del planeta, y, sin embargo, recibe el 17% de la contaminación de las aguas.
En un tono igual de preocupante, WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) alertaba del impacto que el turismo masivo está ejerciendo sobre la región. Como consecuencia del aumento del nivel de vida y del abaratamiento del transporte, se estima que, para 2025, el desplazamiento de personas por motivos de turismo habrá aumentado has los 665 millones. Este elevado volumen de desplazados tiene un importante impacto en el deterioro de los espacios naturales de la región, pero también presenta otros efectos, como la reducción de las zonas húmedas y disponibilidad de agua de esta área geográfica, algo que ha sido especialmente notable en países como Francia, Italia, Grecia y España (véase, por ejemplo, la pérdida de recursos hídricos que ha experimentado el parque natural de Doñana, un hecho por el que la Comisión Europea ha denunciado, recientemente, al gobierno español ante el Tribunal de Justicia de la UE).
Se espera, asimismo, que los cambios en temperaturas resultantes del cambio climático modifiquen las características de las zonas más turísticas que bordean este mar. Entre ellas, cambios en la disponibilidad de agua, pérdida de biodiversidad, un deterioro del rendimiento agrícola y la destrucción de paisajes naturales, o la erosión de las costas. En algunos de los destinos europeos tradicionales de sol y playa, como Grecia, se estima que en el próximo cuarto de siglo el periodo con temperaturas superiores a los 35ºC aumentará en varias semanas, al igual que las noches que alcancen más de 20ºC de temperatura. Más allá del impacto medioambiental descrito, estos cambios en la temperatura tendrán un fuerte impacto sobre el modelo de turismo y sus usuarios.
Esta situación es especialmente sensible para la región de Oriente Medio y el norte de África, donde las temperaturas tienden a ser más elevadas y las reservas de agua menores. El efecto del cambio climático puede conducir al aumento de temperaturas extremas, especialmente en la región del Golfo, proclive a las altas temperaturas. Otro estudio reciente de la revista Nature revelaba que, de seguir así el aumento de temperaturas, la región podría ser inhabitable para finales de siglo. El impacto del cambio climático se ha hecho sentir también en las fuertes sequías que han asolado la región, desde Marruecos a Egipto.
El efecto de las mismas trasciende las consecuencias alimentarias y económicas en las que uno podría pensar en un primer momento, hasta tener importantes repercusiones sociales y geopolíticas para la región. Un ejemplo de ello es el aumento de las migraciones consecuencia del cambio climático. Sin ir más lejos, en 2011, año en que se produjeron las revueltas antiautoritarias en el norte de África y Oriente Medio, más de 40 millones de personas dejaron sus hogares por motivos medioambientales, y su efecto fue un condicionante directo en el estallido de las protestas en Siria, cuya guerra civil persiste hasta la actualidad. El efecto del cambio climático puede, también, contribuir a la disminución de las reservas de agua de la región, una cuestión que, desde hace años, contribuye a su inestabilidad política, como mejor reflejan los conflictos entre Jordania, Palestina e Israel por el control de las aguas del río Jordán.
La acción de la IUCN
Desde hace años, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, perteneciente a la red Med-O-Med), a través de su Centro para la Cooperación en el Mediterráneo, ha promovido distintos proyectos para la monitorización y la lucha contra el cambio climático en la región. De las múltiples actividades impulsadas, se pueden destacar las siguientes cuatro campañas:
Lide adaptMed: un proyecto de lucha contra el cambio climático en ecosistemas de especial importancia social y patrimonial en España. Esta campaña, de monitorización y promoción de medidas de gestión para el medioambiente, se centra en tres áreas de especial relevancia en el país: el parque natural de Doñana, Sierra Nevada, y el parque natural de Cabo de Gata.
Life Blue Natura, que tiene por fin cuantificar el carbono azul (emisiones de carbono almacenadas en los océanos y ecosistemas costeros) en el Mediterráneo y la protección de las costas, también focalizado en la región de Andalucía.
Life Invasaqua: campaña de sensibilización y difusión de información sobre especies exóticas invasoras (EEI) en Europa, en colaboración con distintas entidades académicas e investigadoras de España y Portugal.
MEDMIS: el lanzamiento de una innovadora plataforma digital para controlar la expansión de especies invasoras en zonas costeras protegidas del Mediterráneo.
Med-O-Med, una plataforma para la conservación de la región
Desde la creación del programa Med-O-Med, paisajes culturales del Mediterráneo y Oriente Medio en el año 2009, nos hemos preocupado por la protección del patrimonio material e inmaterial de la región mediterránea. El lanzamiento de este proyecto fue una respuesta directa al alarmante deterioro medioambiental que se ha experimentado en las últimas décadas, así como a la constatación de la desigualdad de recursos y sensibilización existente en la ribera sur del Mediterráneo. El impacto creciente del cambio climático y la lenta respuesta al problema exigía una mayor concienciación y énfasis en esta línea de trabajo.
El lanzamiento de este proyecto fue una respuesta directa al alarmante deterioro medioambiental que se ha experimentado en las últimas décadas, así como a la constatación de la desigualdad de recursos y sensibilización existente en la ribera sur del Mediterráneo.
Desde entonces, nos hemos esforzado por promover una mayor conciencia medioambiental y una acción directa a las acuciantes amenazas que asolan la región del Mediterráneo, con un especial foco en Oriente Medio y el norte de África como principales áreas desatendidas de la región. Destaca, en este sentido, la creación y promoción de jardines andalusíes, de carácter ecosostenible y que impulsaban la recuperación de técnicas agrícolas tradicionales ya perdidas y la protección del patrimonio de la región. Siempre manteniendo una perspectiva transversal, que aúne cultura, medioambiente y la protección de los derechos humanos. Además de los múltiples proyectos de jardines impulsados (en Marruecos, Libia, Siria o Palestina, entre otros), consideremos interesante destacar el proyecto “Green Doueir, Clever Doueir” de rehabilitación medioambiental de la municipalidad de Doueir, en el sur de Líbano. El proyecto, financiado por la Unión Europea, tenía por objetivo mejorar el sistema de tratamiento de residuos de la ciudad, así como sensibilizar a la población del municipio en cuestiones relativas a la protección del entorno.
El deterioro medioambiental y el impacto del cambio climáticos, así como los efectos recogidos en este artículo, nos permiten constatar la relevancia de estos proyectos y la creciente importancia de promover acciones de carácter medioambiental, que consigan revertir los efectos del cambio climático y los preocupantes datos recogidos por los últimos informes en torno a esta cuestión.
Alfonso Casani – FUNCI
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