El andalusí concedía un lugar preeminente a la naturaleza que le rodeaba, y amaba la vida del campo, como alternativa al mundo urbano y también como modo de vida.
Casi todas las descripciones de las ciudades de al-Andalus que nos han dejado los geógrafos andalusíes, como al-Idrisi (s.XII), nos hablan de la existencia de muchos huertos y espacios frondosos en torno a las murallas de la madinat (ciudad). También han dejado referencia de las hermosas almunias (fincas de recreo) extramuros de los jardines de los palacios y de los pequeños jardines-huertos en la mayor parte de las casas del recinto urbano.
Texto completo: Jardines de al-Andalus
En: Los aromas de al-Andalus. – Madrid: Alianza Editorial ; Fundación de Cultura Islámica, 2001. – p. 121-127 . – ISBN 84-206-6798-6
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