El Vivero de Estufas del Retiro de Madrid

El parque del Buen Retiro de Madrid es más que eso, un parque público. Representa una burbuja de sosiego en plena capital, y un laboratorio para la conservación de la biodiversidad. De hecho, pocas personas conocen la labor en favor de la sostenibilidad que realiza el Retiro, representada por su Centro de Educación Ambiental “El Huerto del Retiro”, así como su Vivero de Estufas; una joya oculta en el meollo de este espacio municipal de 118 hectáreas.

El Vivero que Estufas, que depende del departamento de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Madrid, es un cercano colaborador de la red Med-O-Med. Se trata de un área de 3,97 hectáreas concebida en el siglo XIX para albergar diversas estufas – o invernaderos -, así como otras estructuras de cultivo tanto exteriores como interiores, tales como cajoneras, umbráculos o platabandas. También cuenta con zonas dedicadas a la realización de talleres municipales de albañilería, carpintería, cerrajería o fontanería, esenciales para el cuidado de los espacios verdes de Madrid.

El Vivero que Estufas, que depende del departamento de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Madrid, es un cercano colaborador de la red Med-O-Med.

El vivero, gestionado con mano experta por Javier Spalla, posee una colección de 19 invernaderos únicos en España por su antigüedad, y otros cuatro de diseño moderno. Todos propician un microclima apto para la reproducción vegetal y la aclimatación de especies alóctonas, o extranjeras.

Arquitectura del hierro

Algunos de los invernaderos antiguos, propios de la arquitectura del hierro del siglo XIX, albergan colecciones de plantas suculentas a cargo de Victoria Olaya, una jardinera “histórica” en Estufas, que se ocupa de ellas con mimo casi maternal. Así, no es difícil verla pasear entre estas instalaciones decimonónicas lapicero y herramientas en mano para cuidar de las plantas crasas y evitar las posibles plagas y enfermedades, siempre desde una perspectiva estrictamente ecológica. El invernadero de reproducción y el de Bourguignon, son dos de las joyas de Estufas que están a su cargo, plenos de especies exóticas interesantes rodeadas de estatuas de estilo neoclásico y de aperos tradicionales. “Si quieres ser feliz, conviértete en jardinera”, es una de las máximas de esta experimentada cultivadora.

Las colecciones de suculentas (plantas crasas y cactus), una de las singularidades del vivero de Estufas, proceden en su mayoría del Real Jardín Botánico de Alcalá de Henares. Entre ellas destacan especies como los Aloe martlothii, algunas Euphorbia ingens de gran porte, la colección de Ferocactus y Agaves, así como varios Cleistocactus strausii de gran belleza. Son también muy interesantes, y más si tenemos en cuenta su aclimatación en este duro clima continental de Madrid, diversos endemismos de las islas Canarias como el Aeonium palmense, el lancerottense, la Euphoriba canariensis y tantos otros.

Algunos de los invernaderos antiguos, propios de la arquitectura del hierro del siglo XIX, albergan colecciones de plantas suculentas a cargo de Victoria Olaya, una jardinera “histórica” en Estufas, que se ocupa de ellas con mimo casi maternal.

Otro de los dijes de Estufas es el pequeño museo del Jardín, instalado en uno de los viveros del siglo XIX. Todo él, nuevamente, rezuma buen hacer, mimo y pasión a cargo de los responsables de Estufas. Entre los muchos objetos y avíos destaca una colección de utensilios antiguos, algunos de ellos utilizados por otro de los históricos de la jardinería en España: Luciano Labajos.

Por fin, el invernadero estrella, el de las plantas tropicales, ofrece un ambiente vegetal abigarrado, oloroso y sensual, en el que helechos, papiros, ficus y filodendros compiten por el espacio y la humedad.

Ciento treinta años de historia

Fue en 1889 cuando los jardineros Juan López y Pedro Urango encontraron por casualidad un excepcional tesoro de 59 monedas. En 1890 don Celedonio Rodrigáñez, ingeniero agrónomo y uno de los grandes profesionales de la jardinería, decidió crear en ese mismo lugar una zona reservada para talleres y estufas, donde se trasladarían los invernaderos de algunos palacios madrileños.

Sin embargo, la crisis económica y los cambios en las modas de finales del siglo XIX hicieron que el mantenimiento del vivero resultase caro, y a comienzos del siglo XX la mayoría de invernaderos fueron clausurados. El lugar se mantuvo cerrado durante 25 años, hasta que, por suerte, en 2004 se consiguió salvar del peligroso Plan del Eje Prado-Recoletos que quería derribar los invernaderos.

El lugar se mantuvo cerrado durante 25 años, hasta que, por suerte, en 2004 se consiguió salvar del peligroso Plan del Eje Prado-Recoletos que pretendía derribar los invernaderos.

Actualmente el vivero produce 800.000 plantas al año que son destinadas a las diferentes zonas verdes del municipio. También se realizan 700 servicios de adornos municipales y ensayos de evaluación de novedades de plantas de temporada y vivaces. Afortunadamente, el Vivero de Estufas del Retiro goza hoy de una excelente salud y es visitable, previa solicitud de visita guiada.

Inés Eléxpuru, Patricia Montoro – FUNCI

Fotos: Inés Eléxpuru

This post is available in: English Español