La Asamblea General de las Naciones Unidas, a petición de Marruecos, ha reconocido el día 10 de mayo como Día Internacional de los Arganes. No es la primera vez que la comunidad internacional se preocupa y muestra su interés por el argán, ese árbol tan particular e importante para el medio ambiente y la vida en el norte de África.
Un árbol histórico del norte de África
El árbol de argán (Argania spinosa) es una especie leñosa endémica de Marruecos, donde se encuentra concentrada en el Souss, al sur, y de Argelia, donde se halla presente en la región de Tinduf. Pertenece a la familia de las sapotaceas, y presenta hojas coriáceas, pequeñas flores amarillas y frutos similares a una aceituna, de color amarillo-verdoso. Se trata de un árbol singular debido a su alta capacidad de adaptación al medio natural, y de desarrollo de un ecosistema propio[1].
El árbol de argán es la especie ideal para luchar contra la erosión y la desertificación, ya que las masas arbóreas de esta especie constituyen un cinturón verde contra el avance del desierto.
Estas particularidades han hecho que el árbol de argán despierte curiosidad desde hace siglos. Uno de los primeros escritos en los que aparece mencionado se remonta al médico y botánico andalusí Ibn al-Baitar y su Traité des simples (s., XIII). Previamente lo había citado el botánico e historiador andalusí El Bakri en el s. XI, y lo nombrará posteriormente el célebre explorador andalusí León el Africano (s. XV-XVI), quien detalló los usos del aceite de argán destinados a la alimentación y la iluminación.
El argán, un árbol polivalente
El argán ha ocupado una importante función en la cultura tradicional de la población local, especialmente entre las tribus imazighen, o bereberes.
Una de sus primeras utilidades reposa en la dureza de su madera, que tradicionalmente se empleaba como material de construcción (con muy buenas propiedades como aislante) y como combustible.
Sin embargo, su utilidad más conocida es el del aceite, producido a partir de sus frutos, de maduración especialmente lenta, y que contienen en su interior entre uno y tres pequeños huesos ricos en aceite. En algunos lugares el aceite de argán sustituye al de oliva, por lo que es un ingrediente esencial de la gastronomía regional y es empleado como condimento para muchos de sus platos. En la región del Sous, en el sur de Marruecos, el aceite de argán acompañado de miel y de un vaso de té simboliza la hospitalidad hacia los huéspedes. Este aceite se utiliza también para la preparación del popular y delicioso amlou, una pasta de la que también forman parte las almendras tostadas y trituradas y la miel. Se trata de una especialidad culinaria de la región del Souss, que se ha popularizado en todo Marruecos e incluso fuera de sus fronteras.
El aceite de argán es también conocido por sus beneficios y sus altos contenidos en vitamina A y E, así como en ácidos grasos esenciales. Por eso se utiliza regularmente para tratar las enfermedades de la piel, además de ser un ingrediente muy apreciado en la cosmética, tanto artesanal como procedente de grandes marcas internacionales.
Durante siglos, el argán ha sido el medio de subsistencia principal de muchas familias del ámbito rural, a través de la venta de sus frutos y su aceite, cuya producción se basa en los conocimientos tradicionales transmitidos entre generaciones. Hoy en día, la mayor parte del aceite de calidad sigue produciéndose gracias al trabajo de mujeres organizadas en cooperativas, como la Cooperativa Amal en el pueblo marroquí de Tamanar, o la Cooperativa Agrícola de Mujeres Tifaout en la región de Sous-Massa-Draa.[2] Se estima que en las cooperativas marroquíes de aceite de argán trabajan más de 2.000 personas[3].
La importancia de este árbol es tal que su desaparición afectaría a todo el ecosistema: suelos, reservas de agua, fauna y flora.
Estos conocimientos técnicos y estas prácticas vinculadas al argán fueron incluidos en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco en 2014, siguiendo una solicitud del Gobierno marroquí. La producción del aceite dispone también desde abril 2009 de una indicación geográfica protegida (IGP). El aceite de argán ha sido el primer producto africano en beneficiarse de esta protección. Estos reconocimientos subrayan la importancia de este árbol y de las prácticas que lo rodean.
Una barrera natural contra la desertificación
Sin embargo, los beneficios del argán trascienden estos usos, y podríamos considerar que todos disfrutamos de ellos de manera directa o indirecta. Es, en efecto, la especie ideal para luchar contra la erosión y la desertificación, ya que las masas arbóreas de esta especie constituyen un cinturón verde contra el avance del desierto.
A pesar de la importante función y de la larga presencia histórica de este árbol que sobrevive durante siglos, el argán parece condenado a la extinción, conforme a muchos estudios, si no se lo protege contra el sobrepastoreo, la explotación excesiva de su madera y el desarrollo de la horticultura intensiva…
Un dato alarmante ilustra la fragilidad de la situación: la superficie de los bosques de argán ha menguado en un 50 % en los últimos 100 años, y su población cuenta hoy con menos de 20 millones de ejemplares[4].
La importancia de este árbol es tal que su desaparición afectaría a todo el ecosistema: suelos, reservas de agua, fauna y flora. Su extinción contribuiría además sin lugar a dudas a la extensión de la desertificación.
Una toma de conciencia y una mayor protección
Su protección es fundamental, tanto por la importancia de su rol medioambiental, como socioeconómico. En las últimas décadas se ha producido una toma de conciencia sobre su importancia y un aumento de las iniciativas para protegerlo.
Podemos destacar, por ejemplo, la decisión de la UNESCO de declarar Reserva de la Biosfera “la Arganeraie” en el año 1988. Esta reserva del suroeste de Marruecos, formada por el Parque Nacional de Sous Massa, protege desde entonces un bosque de Argán de 25.687 km2.
Asimismo, este árbol, símbolo de la vida en Marruecos, ha sido declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco desde 2014, como ejemplo vivo de la simbiosis entre el ser humano y la naturaleza. Esta inscripción fue el resultado del trabajo y de la motivación del gobierno marroquí. Un esfuerzo que también ha sido recompensado mediante la decisión de la ONU de proclamar el 10 de mayo Día Internacional de los Arganes.
Sólo podemos esperar que estas decisiones representen un paso importante hacia un mayor reconocimiento y protección de esta valiosísima especie, y que podamos observar resultados efectivos y duraderos lo antes posible.
Tristan Semiond – FUNCI
[1] https://en.unesco.org/biosphere/arab-states/arganeraie
[2] « Protection de la société et de l’environnement avec une indication géographique », WIPO, 04/11/2010 [En linea] https://www.wipo.int/ipadvantage/fr/details.jsp?id=2656
[3] Rachida Nouaim, L’Arganier au Maroc, entre mythes et réalités : une civilisation née d’un arbre, éd. L’Harmattan, Paris, 2005
[4] “L’arganier, un arbre mythique”, La terre est un jardin, 30/09/2017 [En línea] https://laterreestunjardin.com/arganier/
This post is available in: English Español