Como nos dice al-Saqundí, los poetas andalusíes se superaron a sí mismos en imaginación comparativa. En ocasiones las flores sirven para dibujar el retrato de la amada ; así Ibn Labbana (s.XI) dice:
«Las cualidades de las rosas no son nada para las miradas de la suya, y el canto del pájaro no es nada comparado con el suyo».
Ibn ‘Ammar, visir de al-Mu’tamid de Sevilla (s.XI) compara el jardín con una bella andalusí:
«…El jardín es como una hermosa, y sus flores la han revestido de un tejido listado , y el rocío le ha hecho un collar de perlas».
Del libro Los Aromas de al-Andalus, Cherif Abderrahman Jah, Editorial Alianza
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