El pasado día 16 de febrero la Escuela de Jardinería Med-O-Med de Salé, en Marruecos, organizó un seminario bajo el título “Hacia un paisajismo regenerador”.
Marruecos es uno de los puntos del planeta, así como gran parte de la región mediterránea, más afectados por la sequía, fruto del galopante cambio climático. Aunque este invierno las precipitaciones y las nevadas están siendo generosas en el Sur, contra todo pronóstico, el estrés hídrico se acentúa de manera general en el país desde hace años. Regiones anteriormente áridas se están convirtiendo a una velocidad vertiginosa en desérticas. El litoral atlántico norte, en el que se ubica uno de los principales proyectos de la red Med-O-Med, la escuela de jardinería sostenible y social, se ve afectado en menor medida por la falta de precipitaciones, debido a su alta tasa de humedad y a su generosa masa verde: el alcornocal de la Mamora, el mayor del mundo, aunque altamente degradado debido a la presión humana y el cambio climático.
La región de Rabat, Salé Kenitra es fértil, tiene un clima templado húmedo (aunque cada vez más similar al continental) y una larga tradición de paisajismo. Tradición que entronca con la jardinería de estilo andalusí-magrebí y, siglos más tarde, con la colonial, que se ha ido perdiendo con los años en aras a modelos que poco tienen que ver con la cultura y las características ecológicas de la región. Los jardineros cualificados, por otra parte, también brillan por su ausencia, pese a la gran demanda que genera este oficio, en una ciudad, la de Rabat, con grandes espacios verdes, tanto públicos como privados. Ese fue uno de los principales motivos, junto con el deseo de proporcionar salidas laborales a los jóvenes desfavorecidos, que empujó a la FUNCI, y en particular a su Presidente, Cherif Abderrahman Jah, a crear este proyecto.
Y, aparte de ser un centro de formación profesional cualificada y en alternancia, se trata de un espacio de sensibilización ambiental y de ocio cultural para el público.
En este sentido, el seminario estuvo destinado a sensibilizar a los profesionales del sector, paisajistas, estudiantes y técnicos del paisajismo de los ayuntamientos, sobre la necesidad de cambiar el paradigma de la jardinería y el paisajismo en la región, y proveer soluciones e ideas prácticas para ello. La conservación de la biodiversidad local versus modelos enteramente exóticos y demandantes en agua y las técnicas sostenibles para el manejo de la misma, la creación de suelo vivo y el interés de determinadas especies botánicas fueron los principales temas tratados.
Arquitectos paisajistas y botánicos
La escuela tuvo la suerte de contar con algunos de los mejores paisajistas arquitectos de Marruecos, todos colaboradores de la misma, así como con el Director botánico del jardín de Majorelle en Marrakech, entre otros.
Abrió el turno de intervenciones Carey Duncan, arquitecta paisajista miembro de la AAPM (Asociación de Arquitectos Paisajistas de Marruecos) y del African Landscape Network (ALN). Hizo una muy instructiva presentación general sobre la importancia de la biodiversidad local en la jardinería. “¿Qué es la biodiversidad principalmente? Preguntó, “la clave para la salud de un medioambiente de calidad”.
Asimismo, Duncan se detuvo en explicar el impacto positivo que esta tiene en la salud física y mental de las personas. Habló de la calidad de los suelos y de la importancia de compostar los deshechos verdes para mejorarla. Como ejemplo, expuso el caso de una ciudad estadounidense en la que una investigación ha demostrado que los deshechos verdes acumulados en los contenedores emiten más gases de efecto invernadero ¡que todos los automóviles de la ciudad!
El seminario estuvo destinado a sensibilizar a los profesionales del sector, paisajistas, estudiantes y técnicos del paisajismo de los ayuntamientos, sobre la necesidad de cambiar el paradigma de la jardinería y el paisajismo.
Por otra parte, Duncan insistió en la necesidad de no podar los árboles de forma indiscriminada, como, según dijo, es la costumbre con las palmeras en Rabat y Salé, y de evitar el exceso de césped y de monocultivos en los que se excluye toda vida silvestre. “Personalmente, disfruto de los ‘intrusos’ que aparecen en las praderas. ¿Por qué segarlas de forma tan drástica y arrancarlos cuando son una fuente de riqueza? Tenemos que reequilibrar el medioambiente por la intervención de los seres vivos, animales y vegetales”.
A continuación, Maria Laraki, también arquitecta paisajista y presidenta de la AAPM, realizó una intervención titulada “Un jardín hermoso, sí, ¡pero un jardín vivo, aún mejor!”. En ella, se centró sobre el agua y un manejo responsable de las misma. Explicó la necesidad de reflexionar bien antes de concebir un jardín, en la futura gestión del agua, la elección de las especies y la necesidad de crear sombra mediante la plantación de árboles para que el resto de la vegetación se desarrolle con el menor estrés. Ofreció soluciones sostenibles para el ajardinamiento como son el plantar determinadas especies tapizantes en lugar de césped, elegir la calidad de césped más resistente y menos necesitada en riego para la creación de praderas, y los tipos de cobertores minerales o vegetales para evitar la mineralización del suelo y la evaporación del agua.
Laraki presentó la técnica tradicional de las llamadas “oyas”, vocablo que procede del español, consistentes en unas vasijas de un barro poroso determinado, que, una vez enterradas en el suelo junto a las plantas, permiten irrigarlas de forma paulatina y económica. “Lo bello no es necesariamente verde”, exclamó, en alusión a los jardines secos, “urge cambiar la mentalidad acerca de la ciudad ‘verde’”. Una opinión que compartió el resto de los ponentes.
Tras un animado debate con diversas intervenciones del público y una pausa café en la terraza del restaurante Azafrán, continuó el turno de intervenciones Marc Jeanson, director botánico del famoso jardín de Majorelle en Marrakech. La también arquitecta paisajista Mounia Bennani, quien moderó la jornada, presentó a Jeanson con especial mención, debido “a lo escasos y, por lo tanto, valiosos, que son los botánicos en Marruecos”.
La bella presentación gráfica y oral del botánico “Las palmeras, una inmersión en una familia botánica de excepción” despertó gran admiración entre el público por la enorme variedad de especies de esta planta a través del mundo y su belleza. Jeanson insistió en la necesidad de conocer las especies botánicas par ajardinar y hacer conservación. “No se puede conservar algo que no se conoce”, dijo. Habló de la edad de las palmeras, algunas de las cuales llegan a alcanzar de 35 a 40 años de edad, y mostró algunas de las más hermosas y singulares de entre las 2.500 especies existentes. El botánico se refirió a la forma de sus hojas: pinnadas, doblepinnadas, palmeadas y explicó cómo ciertas especies intentan proteger a toda costa su yema única, que conduce a la muerte de la planta si se la corta en alguna poda excesiva. También se refirió a las características y la belleza de ciertos tallos y de algunas especies que mueren tras su única floración. Se detuvo en las palmeras más frecuentes en Marruecos, desde los cultivares como Phoenix dactylifera, a la palmera canaria (Phoenix canariensis) y el abundante y valioso palmito silvestre (Chamaerops humilis). Aseguró que la variedad de palmeras es tan extensa a lo largo del planeta que “las colecciones de plantas contenidas en los documentos antiguos son la única fuente de información concreta y fiable”.
Endemismos y suelo vivo
Tras el almuerzo intervino el arquitecto paisajista residente en Marrakech, Kevin Lelièvre, conocido por sus ajardinamientos con especie endémicas marroquíes. Para hablar de la concepción de espacios verdes con plantas endémicas expuso el caso de un gran hotel de lujo en Agadir situado frente al Atlántico, que daba la espalda al océano debido a que las dunas (que fueron destruidas para su construcción) lo invadían de forma periódica y a que el salitre no dejaba prosperar las plantaciones.
«Las plantas endémicas locales son las únicas capaces de resistir al estrés hídrico actual y estabilizar la arena: arganes, Ziziphus, ciertas euforbias, etc».
Explicó cómo durante los 100 días de confinamiento debido a la reciente pandemia, el jardín fue abandonado a su suerte y las dunas regresaron. Cuando propuso al cliente reformar el jardín de forma drástica y recrear incluso una restitución de las dunas con especies endémicas y autóctonas adaptadas a ese ecosistema, el cliente puso el grito en el cielo diciéndole que aquello no prosperaría. “Pero yo soy muy terco”, aseveró Lelièvre, “y me empeñé en ello; era la única forma de ajardinar ese espacio tan pobre en vegetación y diversidad, y las plantas endémicas locales son las únicas capaces de resistir al estrés hídrico actual y estabilizar la arena: arganes, Ziziphus, ciertas euforbias, etc. El problema con este tipo de especies”, prosiguió el paisajista, “es que no se encuentran fácilmente en los viveros y menos en grandes cantidades”, y en ese sentido alabó la iniciativa de la escuela de jardinería Med-O-Med con la creación de su vivero dedicado en gran parte al árbol y el arbusto autóctono y endémico, “lo que ha sido un descubrimiento para mí”.
Lelièvre, mediante imágenes muy expresivas, dijo no ser un purista y mezclar en sus ajardinamientos en zonas áridas, especies locales como tamarix, ágaves y Limonium, con algunas exóticas bien adaptadas al medio, opinión que compartieron todos los ponentes. También aseguró utilizar en ocasiones césped, a petición de sus clientes, “pero en ningún caso kikuyu, sino variedades mucho más rústicas. Hay algunas variedades, como el zoysia ¡capaces incluso de ser regadas con agua de salada! Además”, prosiguió, “nunca lo corto y ofrece un aspecto muy agradable”.
Por lo demás, Kevin Lelièvre explicó que, para ajardinar con este tipo de especies, de crecimiento más lento y porte humilde, hay que avisar al cliente y tener paciencia, pues el aspecto inicial es pobre. Eso sí, al cabo de unos meses, el jardín se convierte en algo hermoso y al tiempo, sostenible.
“El suelo vivo es un ecosistema en sí mismo, el monocultivo mata el suelo. La rizosfera (parte del suelo más rica, en contacto con las raíces) es un ecosistema vivo en el que colaboran un sinfín de pequeñas manos».
Cerró el seminario Zineb Benrahmoune-Idrissi con un excelente taller teórico, pero sobre todo práctico, sobre la creación de suelo vivo. Benrahmoune-Idrissi es una antigua profesora de investigación en la Escuela Nacional de Ingenieros Forestales y una de las pioneras de la permacultura en Marruecos, ahora productora y formadora en agricultura sintrópica.
Así, explicó que “el suelo vivo es un ecosistema en sí mismo, el monocultivo mata el suelo. La rizosfera (parte del suelo más rica, en contacto con las raíces) es un ecosistema vivo en el que colaboran un sinfín de pequeñas manos”. Para mantenerlo, explicó, es necesario evitar el laboreo y no compactarlo, y se debe crear suelo mediante capas de materia orgánica que respire. Se tienen que aportar diversidad de árboles, arbustos y plantas vivaces que creen sombra y se den cobijo entre sí. También, como el resto de los ponentes, insistió en la necesidad de un buen acolchado natural para evitar la evaporación y propiciar la vida. Por último, y antes de pasar al parque para una demostración de suelo vivo y plantación, Zineb Benrahmoune-Idrissi insistió en la importancia de la agrofestería, y en la necesidad de cambiar el paradigma de los jardines contemporáneos: “Por qué desear un jardín verde hasta en pleno verano?”
La demostración en vivo, en una de las parcelas con peor suelo del parque de la escuela, fue altamente pedagógica. Zineb, ayudada por un par de aprendices sembró, añadió compost vegetal, estiércol de oveja y paja y plantó algunas especies del vivero de la escuela: argán, lentisco, jara… una corta pero gran clase magistral, como es costumbre en ella.
Así pues, el seminario, esperamos, lo mismo que otras iniciativas en este sentido, dará sus frutos tras la labor de sembrado y la germinación de las ideas y conceptos.
Inés Eléxpuru, FUNCI
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