Las elevadas temperaturas y la aridez de la tierra de una gran parte de las regiones del norte de África y Oriente Medio condujeron hace varios miles de años a la invención de un novedoso sistema de recolección de agua subterránea, que permitiese aprovechar todo recurso hídrico disponible y distribuirlo con el menor nivel de desperdicio posible. Originario de la antigua Persia, este sistema logró extenderse a lo largo del Mediterráneo gracias al surgimiento y expansión de la civilización islámica y a la maestría sobre la utilización del agua que se llegó a alcanzar.
En la actualidad, son numerosos los ejemplos que pueden encontrarse de estos sistemas de recolección de aguas: desde los canales originales, o qanat, que persisten en Irán y que también pueden hallarse en otros países como España (aunque en desuso), donde fueron introducidos durante el periodo de al-Ándalus, a las denominadas khettaras, en Marruecos, los falj en Omán, o las foggaras en Argelia. También se expandieron hacia el Este, a través de los actuales Afganistán y Pakistán, donde se conocen como karez, hasta llegar a China, donde reciben el nombre de kanerjing. Aunque todos ellos son similares en cuanto al sistema de captación de agua, difieren en lo relativo a la fuente de captación y la técnica de reparto del agua, en función de las características geográficas de las regiones en las que se encuentran.
Este artículo presenta las foggaras de Argelia, una red de canales subterráneos diseñada para combatir la aridez del desierto del Sáhara, aún hoy en funcionamiento. Pese a haber sobrevivido durante siglos, en la actualidad su utilización se enfrenta a numerosos peligros que ponen en riesgo su existencia.
¿Qué son las foggaras?
La foggara, del árabe fakara (excavar), es un sistema horizontal de captación de agua, que se extiende por debajo de la superficie del terreno y extrae el agua hacia el exterior, conduciéndola hacia zonas más secas y hacia los palmerales[1]. El diseño de la foggara facilita la búsqueda de agua y adapta su utilización a la aridez y el caluroso clima del desierto, suministrando un caudal constante a sus habitantes, mientras evita su evaporación.
La foggara es una galería subterránea ligeramente inclinada que drena el agua de los acuíferos. Se trata de un sistema de canales construido a 5 o 10 metros de profundidad, con una longitud que oscila entre los 2 y los 15 km. Estos canales tienen una pequeña inclinación que permite el flujo del agua hacia su destino[2]. Aunque tienen un diámetro pequeño, el espacio es suficientemente grande para albergar a un trabajador encorvado, el medidor de agua, o alguacil, encargado de perforar agujeros que determinan la dirección del agua y el mantenimiento de la foggara.
El agua del canal surge finalmente a la superficie, para ser distribuida a través de la kasria, un “peine” con orificios de distintos tamaños que se encarga de la división del caudal, el cual continúa fluyendo a través de unos pequeños canalones o acequias.
Las foggaras en Argelia
Se considera que las primeras foggaras fueron introducidas en Argelia entre los ss. XI y XII, desarrolladas por las tribus árabo-bereberes del sur de Marruecos[3]. Aunque no se sabe a ciencia cierta el número exacto de foggaras que continúan funcionando en la actualidad, se estima que gira en torno a las 930.
Estas foggaras se concentran, sobre todo, en las áreas de oasis de Adrar, Gourara y Tidikelt. En estas regiones, las foggaras constituyen más de 2.000 km de conducciones subterráneas[4].
En Adrar destaca el municipio de Ouled Saïd, donde encontramos una red de oasis en el suroeste de Argelia que ha logrado convertirse, gracias al suministro de agua procedente de estos canales, en el principal centro de producción de dátiles del norte de África, y el más reputado, con más de cien variedades diferentes, destinadas al consumo de la población local, así como a la exportación[5].
La existencia de estos focos de agua en el medio del desierto del Sáhara no constituye únicamente una fuente de recursos para la población argelina; también favorece una importante concentración de biodiversidad. En concreto, esta red de oasis se ha convertido en una parada de descanso para un gran número de aves que, año tras año, se suman a las redes migratorias que las trasladan desde Europa a África. En la actualidad, se estima que más de setenta y una especies de aves migratorias pasan por esta región en su ruta migratoria transcontinental[6].
Estos sistemas milenarios han logrado sobrevivir a pesar de la competencia planteada por las herramientas tecnológicamente más avanzadas, como las motobombas de agua. Sin embargo, su supervivencia no está exenta de riesgos.
Una técnica en peligro de extinción
La labor llevada a cabo por los medidores de agua, o alguaciles, en las foggaras de estas regiones argelinas, fue reconocida por UNESCO e incluida en la Lista de Patrimonio Cultural Inmaterial en 2018.
La inclusión de estos alguaciles en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO es un reconocimiento a su labor en el funcionamiento de las foggaras, ya que son los encargados de “calcular los volúmenes del agua, hacerla correr por las acequias y reparar los canalillos de su distribución”, pero también supone un llamamiento a la necesidad de protección de esta labor y este sistema.
Este organismo internacional denuncia el peligro de desaparición de esta técnica milenaria ante los procesos de “transformación de las relaciones de propiedad iniciada por el gobierno central; las repercusiones de la modernización y la urbanización; y la negligencia en la adopción de las medidas requeridas para garantizar la transmisión de este elemento del patrimonio cultural”[7]. A ello se suma la elevada edad de los medidores de agua y la escasez de nuevas generaciones formadas en esta técnica que puedan continuar su labor. Se trata de unas amenazas comunes a la mayoría de prácticas reconocidas como patrimonio inmaterial, vulnerables ante los procesos de cambio y modernización de la sociedad y el riesgo de obsolescencia. También el éxodo rural, la falta de comprensión intergeneracional y las dificultades de transmisión del conocimiento a las nuevas generaciones ponen en grave peligro la foggara argelina y magrebí, en general[8].
Estas técnicas constituyen un importante legado histórico, una muestra de la agricultura tradicional y de modelos de aprovechamiento de la tierra alternativos, sostenibles y eficientes. Su supervivencia requiere de la intervención de los gobiernos y de su protección ante las nuevas formas de explotación de la tierra, pero también de la toma de conciencia de la población ante la importancia y el valor de estas técnicas milenarias y transnacionales.
Alfonso Casani – FUNCI
Referencias
[1] Emilio Heranso García y José Hermosilla Pla (2005) “Las galerías drenantes o foggaras en la Safor”, en Jorge Hermosilla Pla (coord..), Los riegos de La Safor y La Valldigna: agua, territorio y tradición, pp. 151-170
[2] http://quintessences.unblog.fr/2013/03/16/la-foggara-en-algerie-un-patrimoine-hydraulique-mondial/
[3] Remini, Boualem; Achour, Bachir y Kechad, Rabah (2010). “La foggara en Algérie : un patrimoine hydraulique mondialThe foggara in Algeria: A hydraulic world heritage”, Revue des sciences de l’eau, Volume 23, Numéro 2, 2010, p. 105–117
[4] Emilio Heranso García y José Hermosilla Pla, “Las galerías drenantes o foggaras en la Safor”
[5] https://www.wwfmmi.org/?uNewsID=4505&uLangID=4
[6] Ibid.
[7] https://ich.unesco.org/es/USL/conocimientos-y-tcnicas-de-los-medidores-de-agua-o-alguaciles-de-las-foggaras-de-tuat-y-tidikelt-01274
[8] https://ich.unesco.org/en/social-practices-rituals-and-00055
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