El arrayán perdido de los jardines de la Alhambra

Manuel Casares Porcel, José Tito Rojo (Universidad de Granada)

La Alhambra y el Generalife conservan algunos jardines creados en los siglos XIII y XIV, cuando el reino Nazarí de Granada era el último territorio islámico en Europa occidental. Estos espacios se han mantenido ininterrumpidamente en uso desde su origen y pueden contarse entre los jardines más antiguos de Occidente. Uno de los elementos vegetales más característicos de ellos es el mirto (Myrtus communis), un arbusto mediterráneo con hojas decusadas, muy aromáticas, que se cultiva desde tiempos remotos con fines medicinales y culinarios, y en el jardín se usa para formar setos o se deja crecer libremente.

Aunque de este tipo de mirtos no había referencias en la literatura botánica reciente, su existencia en Granada fue detectada por primera vez por el botánico flamenco Carlos Clusius que después de su visita a Andalucía a mediados del siglo XVI,  los describió como myrtus Baetica.

Como en la mayoría de los jardines europeos, casi todos los ejemplares cultivados en la Alhambra pertenecen actualmente a Myrtus communis subsp. tarentina, caracterizado por su pequeño porte, hoja diminuta y pedúnculos florales cortos. También se cultivan, aunque en mucha menor proporción, formas cercanas a las silvestres (M. communis subsp. communis) con hoja de mayor tamaño y pedúnculos florales largos. En el transcurso de un estudio realizado en el año 2000, encontramos, mezclados entre los miles de pies de la planta que hay en la Alhambra, algunos muy robustos, con hojas muy grandes, amontonadas, dispuestas en verticilos trímeros en lugar de decusada, como es típico en la especie y con pedúnculos florales cortos. Su aspecto, su tamaño y otras particularidades morfológicas los hacían muy diferentes a cualquier otro mirto que hayamos podido observar en ningún jardín de Europa.

En este texto tratamos de recuperar el conocimiento de esta planta que pasó de ser la protagonista de los jardines más admirados de la Granada medieval a desaparecer prácticamente de la memoria de los botánicos y jardineros actuales.

Jardines de la Alhambra. Foto: Enrique.

Aunque de este tipo de mirtos no había referencias en la literatura botánica reciente, su existencia en Granada fue detectada por primera vez por el botánico flamenco Carlos Clusius que después de su visita a Andalucía a mediados del siglo XVI,  los describió como myrtus Baetica. Clusius indicaba que estos mirtos, que eran desconocidos para él a pesar de su vasta cultura botánica, abundaban en los jardines árabes de Granada y Sevilla. Y además nos daba el nombre local por el que se conocía la planta en Granada: arayhan morisco.

Otro viajero sorprendido por el aspecto de los mirtos de la Alhambra fue Cosme III de Medicis que visitó Granada en 1668 y vio en la Alhambra unos mirtos, según él traídos de África, de hoja muy grande y olor más intenso que los habituales en Italia.

En este texto tratamos de recuperar el conocimiento de esta planta que pasó de ser la protagonista de los jardines más admirados de la Granada medieval a desaparecer prácticamente de la memoria de los botánicos y jardineros actuales.

El conocimiento del mirto en la antigüedad

La constatación de la variabilidad morfológica de los mirtos no es una novedad y ya fue recogida en los textos de los naturalistas más antiguos. Teofrasto en el siglo IV a.C. indicaba que los hay más y menos grandes. Catón, utilizando como principal carácter el color del fruto, los dividía en tres especies negro, blanco y coniugala, un mirto dedicado a Venus, difícil de identificar en la actualidad, cuyas flores se utilizaban para adornar a las novias durante los esponsales.

Plinio, en el siglo I, es el primero que establece diferencias entre las formas silvestres y las cultivadas, de las que dice que solían usarse para hacer topiarias. Entre los mirtos cultivados distingue dos tipos: el «tarentino» de hoja pequeña, y otro que denomina “hexástico” por sus hojas, dispuestas de forma compacta, en seis hileras. Características compartidas con nuestro taxón, ya que los verticilos trímeros, giran 60º respecto a los contiguos, dando en definitiva seis líneas de inserción foliar a lo largo de los tallos.

A partir de los Comentarios a la Materia Medica de Dioscorides, publicados por Matthioli en 1565, los textos botánicos atribuyen a Plinio un tipo de mirto denominado Myrtus exotica del que no hemos encontrado referencias en las diversas ediciones de de la Historia Natural. Todo parece indicar que se trata de una deformación de hexasticham. La corrupción de la grafía original, referida al carácter de la disposición foliar, supondrá el olvido de un dato importante en el reconocimiento posterior del taxón.

El mirto en los textos agronómicos andalusíes

Aunque en Occidente musulmán (al-Andalus y Magreb) el término habitual para referirse al mirto es al-rayhan (arrayán), en árabe clásico el nombre del mirto es al-as. Fuera del mundo andaluso-magrebí el término al-rayhan se usa, sobre todo, para nombrar diversas especies de Ocimum; no es descartable por tanto que en algunos de los textos andalusíes más prolijos en la descripción de tipos de mirto las referencias a al- rayhan incluyan también especies de Ocimum.

La mayoría de los tratados agronómicos andalusíes desde el siglo XI (Ibn Bassal), hasta el siglo XIV (Ibn Luyun), tratan al mirto desde un punto de vista agronómico lo que permite suponer que era una planta común. Ibn Luyun suministra instrucciones para su disposición en el jardín, por ejemplo formando macizos junto a un pabellón (qubba) en el centro de la finca. Incluso existen referencias a topiarias escultóricas con figuras humanas; un poema de Ibn Jafaya trata sobre un mirto recortado reproduciendo la imagen de una bella esclava.

Los tratados agronómicos también aluden a la variabilidad de la especie. Ibn Luyun indica la existencia de tres tipos de arrayanes: oriental, montés y hortense (bustani), pero sin aportar datos sobre su morfología. El tratado agrícola andalusí que más atención presta al mirto es el de Ibn al-Awwan, escrito en el siglo XII. El texto mezcla el uso de al-as y al-rayhan, indicando que «el mirto (al-as), es el principal de los arrayanes (al-rayhan)». Los comentarios de Ibn al-Awwan resultan confusos y no hay que descartar que en la relación de tipos que describe se incluya algún taxón diferente de Myrtus communis. Entre las formas que recoge indica: el mirto de hoja estrecha, el de hojas grandes y el de hojas grandes y largas, que denomina arraihan ribani vulgar y que bien podría ser el que Clusius recogió como arraihan morisco.

Patio de los arrayanes. Foto: Enrique.

Además de en estos tratados agrícolas, el arrayán también se cita en el tratado botánico conocido como la Umdat (Abu l-Jayr, 2004) escrito en Andalucía a finales del siglo XI. El texto describe cinco variedades de mirto, y de nuevo distingue entre formas silvestres de las que recoge tres y dos hortelanas. La primera hortelana es la hasimi, de hojas largas, de color verde intenso, con una depresión, que brotan del tallo de su árbol de principio a fin, apretadas unas sobre otras y juntas. La segunda hortelana es la “oriental”, de hojas muy pequeñas. La hasimi coincide con la morfología de los myrtus Bætica de Clusius, y la “oriental” concuerda con Myrtus tarentina. El texto de la Umdat es el testimonio andalusí más claro y antiguo de la presencia de arrayán morisco en al-Andalus y de su frecuencia en los espacios cultivados domésticos.

La aparición del taxón Myrtus baetica

La visita de Carolus Clusius a la península ibérica se produjo entre 1564 y 1565, aunque el texto que recoge sus observaciones:  Rariorum aliquot stirpium per Hispanias observatarum historia, tardaría 11 años en publicarse.

Clusius aporta datos de unas 300 plantas estudiadas a lo largo de su periplo ibérico, con dibujos y muchas indicaciones precisas sobre ellas. También dice que de muchas recogió semillas que fueron enviadas a sus amigos en Flandes. El capítulo XXXIII dedicado al mirto discute la variabilidad recogida por Catón y Plinio, añadiendo que él ha observado muchas más formas de esta planta. Agrupa los mirtos vistos en la Península en cuatro categorías: los “arayhanes moriscos” (que a su vez divide en cuatro tipos: myrtus Baetica latifolia domestica 1 y 2, myrtus Baetica exotica latifolia, myrtus Baetica exotica angustifolia); las formas silvestres (myrtus Baetica silvestris); los mirtos de frutos blancos (myrtus domestica fructo albo) y el tarentino (myrtus Tarentina). La denominación «exotica» que Clusius aplica a algunos «arayhanes moriscos» permite pensar que él mismo identificaba las plantas españolas con las descritas por Plinio, aunque indica que a diferencia de estos tienen las hojas dispuestas en grupos de tres en lugar de seis. Ya hemos indicado que en realidad Plinio no dice que el mirto hexástico tuviera verticilos de seis hojas, sino que estas se disponen en seis filas que, como hemos indicado, es perfectamente compatible con los verticilos trímeros girados 60º, habituales en M. baetica.

Los ejemplares localizados en la Alhambra y los que posteriormente hemos encontrado en España y Marruecos coinciden, sobre todo, con la descripción de myrtus Baetica exotica latifolia. Aunque las diferencias que establece Clusius entre los cuatro tipos de myrtus Baetica cultivados son tan sutiles que a veces pueden observarse dentro de un mismo pie de planta y pueden originarse por diferencias de cultivo (orientación, riego, recorte). Por eso la denominación popular que recoge Clusius para todos es la misma “arrayhan morisco”.

Un dato interesante recogido por Clusius es que, en la fecha de la publicación del texto, las principales variedades descritas ya se cultivaban en Bélgica gracias seguramente a las semillas recogidas en su viaje.

Los comentarios a la Materia Medica de Dioscorides de Matthioli, también describen los tres tipos de mirto de Plinio: Myrtus romana, que es el tipo básico de Myrtus communis; Myrtus tarentina y Myrtus exotica (hexasticham), que Matthioli dice que sólo ha visto en jardines y que procede de fuera de Italia. Las ilustraciones de myrtus exotica de las ediciones que hemos podido consultar (1565, 1596, 1583 y 1569), aunque son diferentes entre sí, se asemejan al myrtus Baetica exotica angustifolia de Clusius y a los mirtos béticos que existen actualmente en la Alhambra, con lo que se puede deducir que en el siglo XVI, todavía eran conocidos en Italia.

Myrtus communis.

Lobelius vio los mirtos descritos por Clusius que se cultivaban en Bélgica y los recogió en su Plantarum sev Stirpium historia, publicado también en 1576, el mismo año que la obra de Clusius, por el mismo editor, y aprovechando algunos de los grabados de éste. Y también equipara los arrayanes moriscos con el mirto “exotica” de Plinio. La interpretación de Lobelius será la línea seguida en la mayoría de los tratados botánicos posteriores al XVI.

La presencia del mirto en la Alhambra puede seguirse en la literatura botánica hasta Tournefort, que visitó la Alhambra en 1689 y recoge en su Institutiones Rei Herbariae los mirtos descritos por Clusius.

Es curioso que los autores españoles como Alonso de Herrera (1513), que había aprendido jardinería en Granada y que recoge el uso del mirto recortado en la Alhambra, Gregorio de los Ríos (1592) o Andrés de Laguna (1555), no distingan entre los diferentes mirtos cultivados en el territorio, una explicación es que posiblemente, como sucede hoy en algunos lugares de Marruecos, este tipo era el único que se cultivaba entonces.

La evolución del taxón Myrtus baetica tras el siglo XVIII

El punto de inflexión en los tratados botánicos es la obra de Linneo que, a partir de su Species plantarum, ordena el caos terminológico y marca el inicio de la sistemática botánica moderna. Antes de esa obra Linneo publica Hortus Upsaliensis, exhibens plantas exoticas (1748) en la que recoge el listado de plantas cultivadas en el jardín botánico de la Universidad de Upsala. En la nomenclatura, todavía polinómica, indica una sola especie de Myrtus con 4 tipos, para los que da 7 combinaciones nominales, sinonimizando la 4ª Myrtus baetica latifolia 2 de Bauhin con Myrtus baetica latifolia exotica, de Clusius.

La primera edición de Species plantarum (1753) incluye siete especies diferentes de mirtos de las que sólo la primera, Myrtus communis, es europea, las otras seis son de Brasil, Ceilán e India. Para Myrtus communis incluye ocho tipos: 1. communis; 2. baetica; 3.tarentina; 4. mucronata; 5. acutifolia; 6. angustifolia; 7. belgica y 8. romana. El criterio de Clusius todavía se mantiene en los tipos 2º, 6º.y posiblemente en el 7º.

La segunda edición de Species plantarum (1762), mucho mas precisa, incluye además de M. communis, 12 especies de mirtos no europeos, de Ceilán, Brasil, América, Surinami, Jamaica, Amboina e India. El texto incorpora un carácter esencial: el tamaño del pedúnculo floral que permite diferenciar los tipos silvestres (romana) que lo tienen muy largo y los cultivados de pedúnculo corto. Para ordenar los mirtos, el texto sigue el criterio del Gardener’s Dictionary de Phillip Miller (1735), excluyendo las formas flore pleno y variegadas, que sin duda Linneo no identificaba como verdaderas especies. Miller aporta datos precisos sobre el cultivo de los mirtos, incluidos los arrayanes moriscos, en Inglaterra confirmándonos que a comienzos del XVIII ya habían llegado allí los descritos por Clusius.

En la nueva ordenación, Linneo separa claramente Myrtus lusitanica que corresponde a myrtus Baetica silvestris de Clusius, que no era un “arrayán morisco”, y desaparece myrtus Betica angustifolia. Desaparición que anuncia la futura pérdida del arrayán morisco en la bibliografía científica.

La ausencia en el herbario de Linneo de ejemplares típicos de Myrtus communis ssp. baetica, con la hoja amontonada dispuesta en verticilos trímeros, es un claro signo de la pérdida de conocimiento del taxón. La combinación nominal se conservaría durante un corto periodo de tiempo, pero adjudicada a otras variedades de mirto.

El olvido se produjo también en el territorio español, incluso en la Alhambra donde había sido visto y descrito por Clusius y donde se han conservado hasta nuestros días algunos ejemplares perdidos.

En 1784 Casimiro Gómez Ortega publica el V tomo de la Flora española, que contiene el género Myrtus. Señala su abundancia en cultivo y como con él “hacen dibujos, y distintas figuras con la tixera, de bellísimo aspecto á la vista”. El texto no cita ni siquiera la existencia de Myrtus baetica, seguramente porque la planta ya debía ser muy rara en los jardines. Sólo recoge dos tipos, major y minor. Del segundo, que corresponde al tarentina, dice que es variedad del primero. Paradójicamente finaliza con la frase “omito otras muchas variedades, que se crían en nuestra Península”, palabras que no dejan de extrañar en una obra que es precisamente la Flora Española. Sin embargo debía conocerlo, pues en su Curso elemental de Botánica (1795), cuando habla de los diferentes tipos de hojas, al describir las “hojas amontonadas”, dice: “Hojas amontonadas (folia conferta) las desordenadas y tan numerosas, que casi ocupan y encubren enteramente el tallo ó los ramos, como en el Arrayán morisco ó Myrtus communis Baetica” descripción que, solo puede deberse a un conocimiento directo de la planta.

La desaparición de citas españolas demuestra que a inicios del XIX ya era una planta desconocida para los botánicos locales.

La desaparición de citas españolas demuestra que a inicios del XIX ya era una planta desconocida para los botánicos locales. Antonio José Cavanilles (1802), dice “También se cultiva en dicho jardín [botánico de Madrid] la Murta comun, ó Myrtus baetica; que Linneo mira como una variedad de la antecedente [Myrtus communis]; pero sus hojas son constantemente más pequeñas”. Referencia que arrastra, sin cita, Claudio Boutelou en el Tratado de las flores 1827 “De la murta y arrayán (Myrtus communis et Myrtus Boetica). El arrayán (myrtus Boetica ) se tiene por una variedad de la murta; pero sus hojas son constantemente mas pequeñas”, justamente lo contrario del carácter más reconocible de la especie.

El arrayán morisco que, según Clusius, era la planta por excelencia de los jardines de la Alhambra y que de acuerdo con nuestra búsqueda era muy frecuente en el Sur y Levante español hasta el siglo XVII, ya no era siquiera reconocido por los botánicos españoles. La prueba final se encuentra en la Flora fanerogámica de la Península Ibérica, escrita en Granada, por Mariano del Amo y Mora (1873), cuando era director del Jardín Botánico de la ciudad, que ni siquiera menciona la existencia del arrayán morisco, aunque años antes recogió la “variedad boetica” como una de las plantas cultivadas en los alrededores de Madrid (Cutanda y Amo 1848).

Podemos afirmar que a mediados del siglo XIX el conocimiento de la existencia de la variedad bética del mirto y seguramente su cultivo en los jardines, se había perdido en Europa continental. Serán sin embargo los jardineros, sobre todo ingleses, los que continuarán usando el nombre M. baetica, o alguna de sus denominaciones en inglés, orange myrtle, jewis myrtle o twisted myrtle, pues para ellos la evidencia de las plantas en cultivo mantenía la validez del taxón.

J.C. Loudon, en su Arboretum et fruticetum Britannicum (1854), informa que se conocen cultivos de mirto en Inglaterra desde el siglo XVI y que existían muchas variedades, una de ellas con hojas parecidas a las del naranjo. Entre las variedades de mirto que conoce, cita: “M[yrtus] c[ommunis] 4 baetica Mill. Dict., Brackw., t. 114. ; the Andalusian, or Orange-leaved, Myrtle, has the leaves lanceolate and acuminate”. y nos da noticia de otro cuya descripción lo acerca al morisco: 2. Broad-leaved Jews’ Myrtle. This variety has its leaves frequently in threes, on which account it is sald to be in esteem among the Jews in their religious ceremonies. Muy probablemente este mirto de hojas anchas y en grupos de tres es M. baetica. El verdadero mirto judío es una planta conocida, que hemos podido estudiar con ejemplares procedentes de Israel. Es seguramente una forma de Myrtus communis, que presenta hojas un poco mas anchas, dispuestas en verticilos de tres, aunque ni tan largas, ni amontonadas, ni carenadas, como las de Myrtus baetica. Su uso esta ligado a la Fiesta de los Tabernáculos, se recoge de poblaciones silvestres de algunos montes de Israel y se vende por correo a comunidades judías de todo el mundo.

Myrtus baetica en la actualidad

La cita más reciente de nuestra planta es la de Andrews (1992), que localiza un mirto en Ciudad del Cabo, que identifica con Myrtus baetica de Clusius. El trabajo incluye una búsqueda de referencias históricas y una hipótesis sobre la procedencia marroquí del ejemplar. Para la autora, ese sería el único pie vivo del taxón lo que confirma la pérdida del conocimiento de la planta en Europa y el interés de nuestras poblaciones.

Curiosamente en el Rif, donde el mirto crece de manera natural, no se utiliza como planta ornamental por estar asociada a su uso en cementerios. Sin embargo el cultivo se mantiene en las ciudades del interior y hemos podido observar pies de nuestra planta hasta en Marraquech. En Fez, el arrayán morisco es la única forma conocida de la especie, forma parte de la mayoría de los jardines y se encuentra habitualmente en el comercio.

Jardín Jnan Sbil en Fez, Marruecos. Foto: jardinesinfronteras.

En España, antes de nuestro trabajo, la planta no se encontraba en viveros y era desconocida por  los productores y jardineros. Pero hemos encontrado pies muy viejos o renuevos cultivados en Andalucía y el Centro de la península. En su mayoría se trata de plantas aisladas de porte excepcional, situadas cerca de lugares habitados o en antiguos jardines abandonados, lo que sugiere que son restos de antiguos cultivos ornamentales.

Actualmente está empezando a comercializarse por algunos viveros y el Patronato de la Alhambra y el Generalife, que financió nuestro estudio, consciente del valor patrimonial que significa que el monumento conserve todavía el antiguo y raro taxón característico de sus jardines medievales ha establecido una política de conservación los pies supervivientes, así como su propagación.

El mirto en América

Curiosamente el uso ornamental de Myrtus baetica, prácticamente olvidado en Europa, es relativamente común en EEUU. No conocemos cómo se produjo la llegada de la planta a América, aunque el texto de Loudon invita a pensar que pudo realizarse a partir de ejemplares llevados a Inglaterra desde España. Otra posibilidad nos la ofrece la revisión de las mirtaceae americanas de Otto Karl Berg (1854). En ella describe 39 especies de Myrtus, en la actualidad la mayoría se han situado en otros géneros- o se han sinonimizado con M. communis. Uno de ellos (M. sparsifolia), descrito a partir de un pliego recogido en la isla de St. Cruz (Panamá), coincide con las características de M. baetica. Lo que podría significar el cultivo de la planta en Centroamérica en el S. XIX y una posible llegada directa desde ejemplares españoles.

Conclusión

La identificación de Myrtus baetica como la planta con la que estaban construidos la mayoría de los jardines de la Alhambra en la Edad Media cambia la imagen actualmente conocida de estos jardines y permite comprender algunos artificios jardineros como los recogidos por Navajero en 1526, que describe un jardín formado con arrayanes podados en forma de seto con cuatro metros de altura.

La supervivencia tras siglos de abandono de ejemplares singulares en varios puntos del sur de España demuestran la capacidad de resistencia de la panta lo que la convierte en un taxón fácil de cultivar y adecuado para condiciones adversas.

El conocimiento de la planta le aporta un valor inmaterial difícilmente cuantificable. Planta conocida en la Roma clásica, característica de los jardines de al-Andalus, conocida en la Alhambra por Cusius -el botánico más influyente del siglo XVI- llevada América y olvidada por los botánicos europeos desde hace trescientos años, la envuelve en una aureola de leyenda y supone un estímulo para la recuperación y popularización de su cultivo y aprovechamiento económico en Europa.

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