Al-Ula, la Petra de Arabia Saudí, y el turismo sostenible

En medio del desierto de Arabia Saudí se esconde una maravilla, la antiquísima ciudad de Al-Ula, tallada sobre la roca de arenisca por las manos del hombre. Un inmenso museo al aire libre que se pretende abrir al turismo cultural y sostenible.

Eva Iturbe – FUNCI

Oasis y formaciones rocosas de Al-Ula.

Con más de 2.000 años de antigüedad y ubicada en el noroeste del país, Al-Ula tiene el tamaño aproximado de Bélgica, y está formada por un oasis y un área rocosa que alberga numerosos monumentos y objetos que datan del siglo a partir del IX a.C., lo que convierte a estos parajes en uno de los sitios patrimoniales más importantes no solamente del reino, sino del planeta.

En el pasado esta ciudad fue un importante punto de encuentro de varias civilizaciones, ya que sirvió como estación de paso para las caravanas y de abastecimiento de agua potable. Gracias al monopolio que tenía sobre la mirra, el incienso y las especias, el reino nabateo floreció en este asentamiento y se convirtió en un punto clave del comercio entre el norte y el sur del territorio por su estratégica ubicación, en la ruta comercial entre la península arábiga, el norte de África y la India.

Ciudad antigua de Al-Ula.

Sin embargo, los nabateos no fueron los primeros pobladores de este lugar. Además de los innumerables grabados rupestres neolíticos esparcidos por todo el valle, se han encontrado huellas de las misteriosas civilizaciones dadanita y lihyanita que precedieron a la nabatea entre los siglos VI y el IV a.C.

Mada’in Saleh, Patrimonio de  la Humanidad

Dentro del área de Al-Ula se encuentra Mada’in Saleh, (Ciudades de Saleh), lugar también conocido como el yacimiento arqueológico de Al-Hijr, o Hegra (Lugar de la Roca).

Vestigios nabateos de Mada’in Saleh.

Fue en torno al siglo I, quizás un poco antes, cuando Ios nabateos tomaron Al-Hijr y la convirtieron en su principal ciudad del Sur, la segunda urbe tras la capital, Petra (Jordania). Por su majestuosidad y su parecido con esta, se la conoce con el sobrenombre de “La Petra de Arabia Saudí”. Sin embargo, es bastante desconocida y difícil de visitar debido a su situación geográfica, pues Arabia Saudí es un país con muchas restricciones a la hora de permitir el acceso a turistas extranjeros. A pesar de ello, en 2008 la UNESCO declaró Mada’in Saleh Patrimonio de la Humanidad, que se convirtió de este modo en el primer lugar de este país en conseguir este reconocimiento.

Vestigios de Al-Hijr.

Al-Hijr constituye un testimonio excepcional de la civilización nabatea. Emplazada en medio del desierto, donde se sitúa la ciudad, emergen unas gigantescas rocas excavadas con unos rasgos arquitectónicos similares a los de Petra. La geología de Mada’in Saleh era idónea para los asentamientos nabateos, con sus característicos tallados monumentales en las rocas, repletos de inscripciones. En este conjunto arqueológico podemos encontrar templos, palacios y multitud de tumbas.

Algunas obras esculpidos en las rocas de arenisca pueden alcanzar los 16 metros de altura. Asimismo, encontramos enormes grietas naturales que nos recuerdan a su ciudad hermana. Sin embargo, gracias a su emplazamiento y sobre todo, a la escasez del turismo que se acerca hasta ella, los restos que han llegado a nuestros días están mejor conservados que los de Petra.

Tumba de Mada’in Saleh.

Los enterramientos eran abundantes. Así, en la penumbra de las estancias cavadas en la roca, yacían numerosos cuerpos momificados ungidos de resina y aceites vegetales. Junto a ellos se han encontrado restos de lápidas, así como collares de dátiles, cuentas de vidrio, recipientes en hueso, monedas y puntas de flecha, entre otros objetos. Una de las características de la civilización nabatea era su gran destreza en las técnicas agrícolas y constructivas. Así, desarrollaron una importante agricultura de oasis, para lo que cavaron aljibes y pozos en la roca, destinados a acumular el agua de lluvia. Esta se distribuía posteriormente por el valle mediante un sistema de canales. También construyeron presas para el almacenamiento del agua, cuyo fondo estaba formado de losas de piedra con mortero de cal, debido a que el suelo del lugar era tremendamente arenoso y no retenía el agua.

En los bancales que destinaron a la producción agrícola se ha documentado la existencia de trigo, cebada, sésamo, o ajonjolí, olivo, vid y azafrán, entre otros productos. También cultivaron la palmera datilera. De hecho, la agricultura nabatea, a través de El Libro de la Agricultura Nabatea, traducido al árabe en el siglo X a partir de materiales siríacos que se remontan a los siglos III-V d.C., tuvo una enorme influencia en los geóponos andalusíes.

Cuando el reino nabateo fue anexionado al Imperio Romano, la ruta comercial pasó a ser una ruta marítima a través del Mar Rojo. Con la caída del comercio la ciudad comenzó a ser abandonada y la desertificación hizo el resto. Desde entonces hasta la aparición del islam no se conoce prácticamente nada sobre Hegra en ese período de tiempo; solo menciones esporádicas de algunos peregrinos camino de la Meca en los siglos posteriores, quienes la mencionaban como lugar para la provisión de suministros o de agua. En la época del Imperio Otomano se sabe que se erigieron una serie de fortalezas en Al-Hijr para proteger la ruta de peregrinación hasta la Meca.

Ya en pleno siglo XX, en la década de los 60, el gobierno de Arabia Saudí desarrolló un plan para que las tribus beduinas nómadas se asentaran allí, reutilizaran los pozos de agua ya existentes y las características agrícolas del lugar. Sin embargo, el programa duró poco debido al reconocimiento oficial de Al-Hijr como yacimiento arqueológico en 1972, lo que llevó al gobierno a reubicar a estas tribus más allá de los límites de Mada’in Saleh, con el fin de preservar el lugar.

Las investigaciones y excavaciones arqueológicas han sido muy escasas desde 1972, y no ha sido sino hasta el año 2000 cuando por fin han sido invitados diversos equipos a investigar el yacimiento, lo que ha permitido arrojar algo de luz sobre la inmensa obra realizada por los nabateos.

Proyecto de revalorización patrimonial

Ciertamente la ciudad de Al-Ula es una verdadera joya, un área rica en vestigios arqueológicos que está en el centro de los esfuerzos de preservación de Arabia Saudí, país que hace poco más de dos años alcanzó un acuerdo con Francia para el desarrollo turístico y cultural del lugar que un día fue encrucijada de antiguas civilizaciones.

El acuerdo franco-saudí, con una duración prevista de diez años, pretende preservar el lugar de los daños causados por la erosión y por distintos actos vandálicos que se han cometido en la zona. Se trata de un acuerdo sin precedentes, que cubre numerosos ámbitos: arqueología, oferta cultural y artística, turismo, medioambiente, infraestructuras, energía, transporte, y formación.

Instalación de Al-Seed.

Está prevista la creación de un museo, así como un centro de investigación histórica y arqueológica, que en su totalidad generarán unos 38.000 puestos de trabajo. Una vez equipada la región, que ya dispone de aeropuerto, debería poder recibir entre 1,5 y 2,5 millones de visitantes por año respetando el medio ambiente y las normas de desarrollo sostenible, según afirman los responsables saudíes.

Se espera que Al-Ula se abra por completo para recibir turistas de todo el mundo dentro de pocos años. En 2023, según fuentes oficiales saudíes, el lanzamiento se describirá como un ‘regalo para el mundo’.

Obra de Lita Albuquerque.

El turismo es el eje central de un programa de reformas que va acompañado de una política aperturista, que también ha llegado al mundo del arte. El pasado mes de enero se celebró en el oasis del desierto de Al-Ula una espectacular exposición de «land art» , la  Desert X AIUla, un certamen único y específico, el primero de estas características que se ha celebrado en el reino saudí y que tiene como objetivo el diálogo intercultural entre artistas saudíes y de su región limítrofe, con artistas internacionales que ya habían participado en alguna de las dos ediciones del Desert X, celebradas anteriormente fuera del país.

No cabe duda de que la apertura de Al-Ula al mundo supone un comienzo en la apuesta de Arabia Saudí por mantener su economía en la era post petróleo y en su intención de abrirse a los modos y costumbres de los países occidentales.

Referencias:

Mada’in Saleh

Hoy.es

Arquitecturaydiseno.es

 

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