Así lo llaman en Egipto, lugar del que proviene, aunque en España se conoce como neguilla, o ajenuz. El Profeta Muhammad dijo de él que: “Cura todo menos la muerte”. Y es que cura casi todas las enfermedades. Las pequeñas semillas negras de la Nigella sativa, una ranunculácea con unas bonitas flores blancas y lilas, contienen más de 100 componentes que la hacen beneficiosa como reforzador del sistema inmunitario del organismo, aliviando las enfermedades cardiovasculares, laringitis, bronquitis, asma, exceso de colesterol, problemas de tensión, enfermedades hepáticas, dolores reumáticos, afecciones dermatológicas (psoriasis, eccemas, acné). Es muy eficaz en los casos de diabetes y lo más novedoso de esta planta, es que es se ha demostrado muy válida para el crecimiento celular y en la inhibición de los tumores cancerosos.
El Ajenuz es para uso interno y externo, empleándose en ese caso su aceite. Es muy conocido desde la Antigüedad. Ibn Sina (Avicenas) lo nombra en su “Canon de la Medicina”, y los faraones de Egipto solían colocarlo en sus tumbas. Cleopatra utilizaba su aceite como tratamiento cosmético, y es que esta planta ayuda a mejorar el aspecto del cutis y es excelente para el cabello.
El Profeta Muhammad dijo de él que: “Cura todo menos la muerte”.
Así, es larga la lista de las enfermedades que pueden tratarse con el comino negro. Baste saber que los árabes la llaman “Habbat al baraka”, la semilla bendita, y suelen usarlo espolvoreándolo en las ensaladas en sustitución de la pimienta.
El ajenuz se puede tomar en infusión unas tres veces al día (una cucharada sopera por taza), o ingerir cuatro o cinco gotas de su aceite en una bebida templada. El comino negro nunca debe ser cocinado, pues pierde sus propiedades, y en su uso se recomienda prudencia, pues a grandes dosis puede ser mortal.
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