Este artículo fue originalmente escrito para la web de EcoMENA, uno de los portales de referencia en el Mediterráneo y Oriente Medio en torno a protección ambiental, sostenibilidad, energías renovables y gestión de residuos. Con este artículo comenzamos una colaboración con EcoMENA que sin duda será muy fructífera.
Kehkashan Basu. 28 de Enero 2013
Mientras que la población del planeta alcanza los siete mil millones, la presión sobre la tierra ha aumentado exponencialmente en las últimas décadas. Seguridad alimentaria, hábitat y medios de subsistencia son las palabras clave de estos días. Resulta paradójico que, a pesar de la creciente demanda de tierra, más de 10 millones de hectáreas de tierra de cultivo se conviertan en desierto cada año. Los principales factores responsables de la desertificación son la deforestación, el sobrepastoreo, métodos de cultivo insostenibles y prácticas de regadío inadecuadas. Según Luc Gnacadja, Secretario Ejecutivo de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, “la degradación de la tierra es un fenómeno global, con el 78% de las tierras en proceso de degradación situadas en zonas no áridas”. El resultado inevitable de la desertificación es la pérdida de valiosísimos terrenos agrícolas, la destrucción de vegetación del planeta y el desequilibrio hidrológico en tierras áridas.
Gravedad de la situación
La Desertificación es un fenómeno que afecta a países de todo el mundo. China, por ejemplo, está sufriendo una grave desertificación a un ritmo alarmante, en torno a 1.300 millas cuadradas cada año (aprox. 337.000 hectáreas). África subsahariana se está secando, algo parecido a lo que está ocurriendo en regiones de Turquía que antes fueron ricas tierras de cultivo. En Oriente Medio la desertificación está convirtiendo tierras fértiles en yermas. Elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en el año 2009, el Informe sobre el desarrollo humano en el mundo árabe estima que un quinto de los países de la región MENA (Oriente Medio y Norte de África) está amenazado por la desertificación.
En torno al 48,6 % de la superficie del Mashreq, 28,6% del Valle del Nilo y el Cuerno de África, 16,5% en el Norte de África y 9% en la Península Arábiga están amenazados por la desertificación. En la región MENA los países que afrontan los mayores desafíos son Libia, Egipto y Jordania, mientras que en la Península Arábiga los países más afectados son Bahréin, Kuwait, Qatar y Emiratos.
Formas de luchar contra la desertificación
Naciones Unidas ha anunciado que durante la década que comenzó en 2012 debemos lograr la neutralidad en la degradación de la tierra. En Oriente Medio la respuesta a este desafío se basa en actuar para frenar el proceso de desertificación de las escasas tierras fértiles que nos quedan. Para ello, debemos centrar nuestros esfuerzos en evitar el descenso de la capa freática (en la que se encuentra el agua subterránea) y detener la erosión del suelo. Ecosistemas como los manglares ayudan a mantener la delicada biodiversidad de nuestra región, y es imperativo que se refuercen los esfuerzos para prevenir su destrucción.
El ecologista estadounidense Aldo Leopold dijo acertadamente que “abusamos de la tierra porque consideramos que es un objeto que nos pertenece. Cuando veamos la tierra como una comunidad a la que pertenecemos, tal vez empecemos a utilizarla con amor y respeto”. Nuestros antepasados acertaron de pleno cuando dieron que “pertenece a la tierra todo lo que en ella existe”, de esta manera garantizando que los árboles permanezcan donde se encuentran. El problema de la desertificación ha sido en cierta medida creado por el hombre y nuestra actual falta de preocupación no hace más que agravar la cuestión. Las soluciones son realmente sencillas, pero es necesario un alto grado de responsabilidad social y un cambio de actitud.
La colaboración es un principio obligatorio en la lucha contra la desertificación. Las principales partes implicados somos los ciudadanos y los gobiernos, autoridades y empresas, parlamentos y ONGs. Escuelas y universidades también pueden desempeñar una importante función en la difusión de información y el desarrollo de capacidades y técnicas para combatir la desertificación.
Reverdecer las tierras áridas tiene que ser el elemento clave en la lucha contra la desertificación. Es un procedimiento simple y efectivo que necesita la participación de todos los sectores de la sociedad civil para ponerse en práctica. Los árboles no sólo absorben dióxido de carbono, sino que también ayudan a prevenir la erosión del suelo. Los árboles repercuten positivamente en el cambio climático y ayudan a ejercer influencia en los patrones meteorológicos de manera favorable en un periodo de tiempo. Te ruego, humildemente, que des el primer paso, plantes tu primer árbol y reverdezcas el horizonte antes de que sea demasiado tarde.
Kehkashan Basu es una activista social y ambiental emiratí de 12 años. Dedica sus esfuerzos a lograr implicar y movilizar a niños y jóvenes en la tarea de lograr un future verde y sostenible. En la pasada cumbre Rio+20, Kehkashan fue la más joven delegada internacional, donde su trabajo para detener la degradación de la tierra le valió para lograr un premio global concedido por la Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la desertización. Se le puede contactar escribiéndole a: kehkashanbasu@gmail.com
This post is available in: English Español