En 1930, el gran historiador Marc Bloch planteaba en las páginas de su gran obra La historia rural francesa, la necesidad de “leer la historia al revés”, es decir, de reconstruir las etapas de la ocupación humana del territorio, a partir de los datos del presente, de la realidad que se ofrece ante nuestros propios ojos, para, desde ahí, ir descubriendo las sucesivas transformaciones que a lo largo del tiempo el hombre ha impuesto sobre la naturaleza.
“Sigamos (afirmaba textualmente el medievalista francés) la línea de los tiempos en sentido inverso; pero que sea etapa tras etapa, atentos siempre a percibir con el dedo las irregularidades y las variaciones de la curva, y sin querer pasar de un salto (como demasiado a menudo se ha hecho), del siglo XVIII a la piedra pulimentada.”
Fruto de este planteamiento es la consideración del paisaje agrario como un hecho histórico en si mismo, que se ha desarrollado durante un extenso período, y que se configura en cada momento como resultado de la interacción de los condicionamientos económicos y sociales sobre el medio.
En: Aragón vive su historia : actas de las II Jornadas Internacionales de Cultura Islámica, (Teruel, 1988). — Madrid : Al-Fadila, IOCI, 1990. — pp. 173-182
Texto completo: Regímenes agrarios
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