El olivo, luz del Mediterráneo

En el emblema de las Naciones Unidas, el olivo aparece formando una corona que abarca el mundo. Ello simboliza la paz universal. Tal es el aura de este árbol mítico declarado Patrimonio inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

Si hay un árbol considerado bendito en la Tierra, ese es el olivo, valorado en casi todas las culturas como sinónimo de paz, salud y longevidad. Para los cristianos representa el final del largo sufrimiento acarreado por el Diluvio Universal, con la aparición de una paloma que regresaba de la tierra anegada con una rama de olivo en el pico. Los egipcios se sirvieron de su aceite para fabricar jabones, y para los antiguos hebreos, éste significaba prosperidad y bendición. Los reyes de Israel eran ungidos con aceite, mientras que los atletas romanos se embadurnaban el cuerpo con él, con el fin de resaltar su musculatura y su elasticidad. El premio al ganador consistía en abundantes ánforas del mismo.

Para los musulmanes, el olivo tiene una marcada impronta espiritual y metafórica. Así aparece mencionado en el Corán:

“La luz de Allah se parece a la luz de una lámpara que, a través del cristal, brilla como una estrella rutilante iluminada por el olivo, el árbol bendito, que no pertenece ni a Oriente ni a Occidente y cuya luz ilumina sin ser tocada por el fuego: como una luz sobre la luz”.

Fueron ellos quienes extendieron su cultivo por la geografía peninsular en época de Al-Andalus, como se puede apreciar todavía en los mares de tonos gris plateado que cubren buena parte del paisaje del Aljarafe sevillano, la provincia de Jaén y el Alenjeto portugués, entre otras muchas regiones. Así, el nombre de su fruto, la aceituna, deriva de la voz árabe zaytuna, y su zumo, el aceite, del árabe az-zayt. También del árabe proviene la voz «almazara», o molino de extracción.

Sin embargo, el empleo del aceite peligró posteriormente, debido a que los guardianes de la “Santa” Inquisición prohibieron su consumo, tachando este alimento de herético. Fueron los Templarios quienes lo mantuvieron secretamente, de suerte que llegó hasta la actualidad.

El olivo en el arte

“¡Ay padre!, qué generoso es el olivo, que cuanto más lo golpeo, más aceitunas me da, y cuando lo trituro, en verde aceite se me deshace…”

Y es que éste árbol ha sido fuente de inspiración para poetas, pintores y cantaores. Neruda, García Lorca y Machado se inspiraron en él y compusieron hermosos versos. También Renoir, Van Gogh y otros pintores de todo tiempo lo reflejaron en sus telas.

Pilar de la alimentación mediterránea y del arte culinario, el aceite de oliva está presente en numerosas técnicas de cocina. Así, forma parte del saltear, estofar, pochar, escabechar, asar, freír, aliñar… Las aceitunas, en cuanto a ellas, de aliñan de mil y una maneras, alegrando las mesas del Sur de Francia, Marruecos y otros países mediterráneos.

El aceite de oliva también es indispensable en la botica tradicional. Es sabido que  mejora el funcionamiento del estómago y del páncreas, evita el estreñimiento y reduce el riesgo de tener piedras en la vesícula. Dice el refrán:

“No llega a viejo quien tiene aceite en el pellejo”.

En los últimos años se han encontrado en él muchos beneficios contra el cáncer. En cosmética se usa para dar brillo al pelo, como aceite corporal y también, en combinación con el zumo de limón, a modo de excelente crema cutánea.

Hoy, los olivares forman parte de la oferta turística, debido a su potencial estético y ecológico. Existen rutas del olivo señalizadas y organizadas en diversas regiones de España, Grecia y otros países del Mediterráneo, y también ejemplares centenarios, y hasta quién sabe si milenarios, que perviven y se muestran con orgullo en tierras italianas y palestinas.

Indudablemente, el olivo y sus frutos complementan de maravilla la proverbial luz mediterránea.

Mario Blázquez

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