Seguridad alimentaria en el mundo, en 2015

La alimentación en el mundo se sostiene sobre las 570 millones de granjas que, según la FAO, hay en el planeta. La inmensa mayoría (alrededor de un 80%) son pequeñas explotaciones familiares, por lo que el verdadero poder reside en sus mayores compradores: la industria agroalimentaria. Es un sector grande (según un informe de Bank of America Merrill Lynch, la industria vale 2,3 billones de euros, una cifra equivalente al PIB de Brasil y a un 3% de la economía global), poderoso y longevo: las tres mayores empresas del sector por ingresos (Nestlé, Archer-Daniels y Bunge) son centenarias. En gran medida, la seguridad alimentaria del planeta en el futuro dependerá de lo que hagan hoy estas grandes multinacionales.

Tradicionalmente, el sector agroalimentario ha sido un negocio familiar, pero la solidez de la industria ha atraído a inversores de todo el mundo. Dos de los más famosos, la estadounidense Berkshire Hathaway (con Warren Buffett a la cabeza), y la brasileña 3G Capital, se han coordinado en los últimos años en megaoperaciones de concentración. En 2013, se unieron para comprar Heinz, famosa por sus salsas y enlatados, en una adquisición de 28.000 millones de dólares (22.000 millones de euros). En marzo de este año, se volvieron a juntar para hacerse con Kraft Foods, otra fusión milmillonaria.

No es el único caso. En 2013 el mercado global de carnes vivió dos macrofusiones: la compra de Hillshire por Tyson Foods en 2013 (una operación de 8.550 millones de dólares) y la de la británica Smithfields por la china Shuanghui, por más de 7.000 millones, una operación que incluyó en parte a la española Campofrío.

Este proceso de concentración preocupa a las organizaciones no gubernamentales especializadas en alimentación. “El sector está en muy pocas manos, desde los insumos hasta la distribución, pasando por las grandes comercializadoras de grano”, explica Lourdes Benavides, responsable de seguridad alimentaria de Oxfam Intermón. “Eso les da un gran poder a lo largo de la cadena, tanto de fijación de precios como de control de reservas, eso sin hablar de su influencia a la hora de tomar decisiones políticas”.

Los retos de una alimentación sostenible y segura

Los grandes inversores buscan en el agroalimentario un sector sin sobresaltos, pero el futuro de la industria tiene enormes y costosos desafíos por delante. Según la FAO, dar de comer a los 9.600 millones de seres humanos que habitarán el planeta en 2050 necesita inversiones por valor de 83.000 millones de dólares al año. Y, en su mayor parte, tendrán que venir de la caja de las empresas. “Ya no concebimos alcanzar ninguna meta sin el sector privado”, comenta Marcela Villarreal, directora de Asociaciones de la FAO. “Es el que más ha cambiado su rol. En el pasado lo considerábamos un financiador. Hoy es un actor más. Estamos haciendo un llamamiento para que no solo se comporte de forma responsable, sino que contribuya de manera medible a las metas con instrumentos y guías”.

¿Y cuáles son los retos? Para empezar, tierra y agua. Solo un 11% de la superficie terrestre del mundo es cultivable, pero eso es más que suficiente para alimentar a toda la Humanidad. De hecho, un estudio patrocinado por la Fundación Rockefeller da por superado el peak farmland: el punto en el que más tierra ha sido necesaria para dar de comer al mundo. La desaceleración del crecimiento de la población y la mejora de la productividad harán reducirse esta cifra. Pero el problema es que este último dato solo es cierto si los hábitos de consumo se mantienen como ahora. Y no es así. Según la FAO, hasta 2050 la tierra cultivable deberá crecer un 70% para abastecer a todo el mundo. En 1961, había 2,5 hectáreas de tierra cultivable por habitante y en 2050 habrá menos de 0,8. Al mismo tiempo, se necesita un incremento de 64.000 millones de metros cúbicos de agua dulce cada año para adecuar la producción agroalimentaria a la demanda.

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