Para el proyecto de rehabilitación integral de la finca real del Agdal de Marrakech, el equipo de especialistas de la FUNCI está realizando una investigación en profundidad sobre los elementos arqueológicos y arquitectónico, la hidráulica, la botánica y la Historia.
Estos son algunos de los testimonios escritos, traducidos por el historiador del grupo de trabajo, el Profesor Hamid Triki, de la Universidad Cadi Ayyad de Marrakech, que han llegado hasta nuestros días:
Esta breve mención del autor del siglo XIV, al-‘Umari, nos da una idea de lo que era el Agdal en época almohade. Así, describe la entonces llamada Buhayra como una finca dotada de “construcciones magníficas, edificios inmensos y la alberca que no tiene comparación”.
Pero, tal vez, una de las descripciones más detalladas y atractivas, es la siguiente, contenida en los anales de la dinastía Saadi redactados por ‘Abd al-Aziz ibn Muhammad al-Fishtali (1549-1621):
“Este parque (rawd) de al-Massara (…) tiene la anchura de las murallas de la kasba y de al-Saliha. Se distingue por su gran extensión y despliega un manto de verdura hasta el horizonte lejano; es tan grande que los mejores caballos de carreras serían puestos a prueba. La ordenación perfectamente simétrica de los cuadros de cultivo (hada’iq) hace sucederse a las viñas, los granados y las palmeras, en parejas o en grupos de especies de plantas, dispuestas unas frente a otras como si se miraran mutuamente. Hay huertos (yannat) separados a lo largo y ancho por avenidas bordeadas de plantas aromáticas y árboles: mirtos, limoneros, saúcos (yabur), macizos de rosas, nisrin (¿rosas de Jericó o narcisos?), jazmines y un bosque innumerable de olivos cuyo producto cubre las necesidades de la región. Cuando se llega a la gran alberca (al-birka al-‘udmà), parecida a un mar ondulante, situada en la parte más alta, se descubre un panorama que maravilla la vista a causa de su inmensidad y de su anchura.
(….) Por lo que respecta al gran palacio (al-biniya al-‘udmà), el encanto que produce su visión es proverbial. Se eleva al borde de la gran alberca y es atravesado por el canal (nahr) que vierte en ella, comparable en eso al océano en el que ondean las olas”.
Por último, reproduciremos este apunte realizado por el célebre cronista magrebí al-Maqqari, de los siglos XVI-XVII:
“Para mí (…) la Masarra supera a todos los jardines (…) las constelaciones mismas desearían pasearse en sus praderas (..) bañarse en su alberca es mucho más agradable que hacerlo en el Nilo o en el Genil”.
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