El café es un arbusto de la familia de las rubiáceas, del genero “coffea”. De hojas lustrosas y alargadas, sus flores, hermosas y delicadas, son parecidas a las del jazmín. Al madurar, los frutos alcanzan un rojo carmesí y al recolectarlos y someterlos a diversos procesos de lavado, tostado y demás, constituyen una de las bebidas más populares del planeta.
Ya Avicenas dijo de él que “era una infusión que fortifica los miembros, limpia el cutis, seca los humores malignos y da un excelente olor a todo el cuerpo”. Hoy en día el café es la bebida estimulante y social por excelencia y a su cultivo se dedican miles de hectáreas, habiendo llegado a ser el medio de vida de millones de personas en el mundo.
En sus inicios fue considerado como una bebida religiosa, muy consumida por los sufíes que encontraban en él un medio para mantenerse despiertos en sus largas vigilias de invocaciones a Dios.
Las especies “coffea arabica” y “coffea robusta” son las variedades mas cultivadas, procedente la primera de zonas montañosas, y la segunda, de la llanura. El café Arabica se distingue por ser más fino y aromático y tener menos cafeína que el Robusta. Es un café más costoso de obtener ya que su cultivo se realiza “a la sombra”, es decir, intercambiando cafetos con árboles y plantas de otras especies, las cuales le proporcionan sombra. Es asímismo más respetuoso con la biodiversidad, ya que en este tipo de cafetales abundan pájaros y animales de todo tipo, el consumo de agua es menor, y mayor la riqueza del suelo. Es cultivado en Centro América, Sur América, Asia y Este de África.
Los caminos del café
Hasta llegar a nuestra taza y haber llegado a ser un producto tan valorado como el petróleo, el café inicia su andadura como un arbusto silvestre que alguien descubre por casualidad… Se cuentan muchas leyendas al respecto, desde el pastor de Etiopía que observó cómo sus cabras lo comían y se volvían enormemente saltarinas, hasta un supuesto origen bíblico, pasando por otros caminos más o menos tortuosos.
En sus inicios fue considerado como una bebida religiosa, muy consumida por los sufíes que encontraban en él un medio para mantenerse despiertos en sus largas vigilias de invocaciones a Dios. También llegó a consumirse como infusión estimulante del ánimo por los guerreros en combate, así como bebida con supuestos poderes mágicos de carácter medicinal. Es en el siglo XVI cuando pasa a convertirse en la bebida por excelencia del mundo árabe.
El café y los árabes
Los árabes guardaron en secreto esta planta, monopolizado su cultivo. Llegó a ser muy consumida en La Meca, donde existían números cafés frecuentados por los peregrinos, que al quedar maravillados con su sabor, lo llevaban consigo de regreso a sus lugares de origen, dándolo a conocer.
El café se extendió por Europa con gran ímpetu; los franceses comenzaron a tomarlo con azúcar y a incluirlo en sus desayunos, acompañado de los “cruasanes”, cuya forma habían copiado los panaderos vieneses de la media luna creciente que aparecía en los estandartes otomanos. Los árabes, en cambio, solían consumirlo mezclándolo con especias como el cardamomo, la canela y otras.
Café verde
Diariamente se consumen en el mundo millones y millones de tazas de café. Su cultivo abarca miles de hectáreas y es el medio de vida de otros tantos miles de familias en el mundo.
El Triangulo del Café, en Colombia, ha sido elegido Paisaje Cultural y Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Así, cuando se sostiene una taza de café colombiano en la mano, casi pueden contemplarse los paraísos de verdor donde se escucha el canto de innumerables pájaros y donde habitan incontables especies animales y vegetales.
El café más caro del mundo
Pero, sin duda, el café más exclusivo, exquisito y caro del mundo es el de civeta, o kopi luwak, como se conoce en Indonesia. Este pequeño mamífero propio de las regiones asiáticas tropicales, donde se lo llama civeta de las palmeras, era además sumamente conocido en época islámica medieval, debido a la algalia, una sustancia hormonal segregada por estos animalillos, empleada en la fabricación de costosos perfumes.
Las civetas se alimentan entre otros, de granos de café, que no son digeridos y sin embargo sufren una modificación química en su aparato digestivo, debido a la acción de unas enzimas que los hacen sumamente fragantes.
Las civetas se alimentan entre otros, de granos de café, que no son digeridos y sin embargo sufren una modificación química en su aparato digestivo, debido a la acción de unas enzimas que los hacen sumamente fragantes. Los granos de café son execrados enteros, limpiados minuciosamente por los lugareños y ligeramente tostados, en un proceso artesanal que convierte a esta bebida en algo sumamente raro y preciado.
Mario Blázquez – Med-O-Med
This post is available in: Español