Frigiliana, Vélez Málaga. Entre bancales con olivos y frutales tropicales se alza una villa blanca que tiene presente el pasado: Un pequeño teatrillo cuenta la historia morisca en varios idiomas, y una chimenea recuerda que aquí está la última fábrica de La Axarquía que destila la caña de azúcar, el único trapiche activo en La Axarquía.
A las doce de un domingo Pepe Moreno aparece con camisa y casco. Es hijo y nieto de hombres de campo y trabaja como técnico en el Centro de Desarrollo Rural. A sus casi cincuenta años es un hombre práctico para quien el cultivo de la tierra o se hace rentable o se pierde para siempre, un hombre que ha aprendido a medir la rentabilidad en cifras y oportunidades, una persona que tiene el poder de apoyar o no proyectos, de rescatar o no el saber; de invertir en el futuro. Cuando le pregunto por el riego me dice: “El sistema tradicional de riego favorece la conservación del paisaje, los balates evitan que la tierra se vaya a otras zonas, se obtiene también zonas de cultivo. Además no se desperdicia el agua. Habría que hacer una integración de los dos sistemas.” Antes de terminar le pregunto por el valor de la tierra en esta zona. “El valor de la tierra es el que le ha dado la construcción”.
Texto: Elena García Quevedo.
Fotos: Carlos Pérez Morales.
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