En los jardines-huertos de los andalusíes, los árboles de frutas olorosas y las humildes plantas aromáticas complementaban el hermoso espectáculo de colores y aromas.
El frutal tenía dos misiones: perfumar durante su floración, como el manzano y el limonero, y terminar su ciclo vital como jugosa fruta comestible, o como frutal de adorno (el naranjo amargo). Frutas y plantas de aroma, que apiladas en cestos también podían adquirirse en el zoco.
Texto completo: Agricultura y botánica I ; Agricultura y botánica II ; Agricultura y botánica III ; Agricultura y botánica IV
En: Los aromas de al-Andalus. – Madrid: Alianza Editorial ; Fundación de Cultura Islámica, 2001. – p. 137-193. – ISBN 84-206-6798-6
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