La Caleta, Vélez Málaga, en una rotonda llena de ruido a la espera de un hombre que me ha dicho al teléfono que no sabe nada. Pero sé que no es cierto; he llegado hasta Antonio tras preguntar a varias personas de confianza y todas coinciden en que si alguien sabe sobre campo y agua en La Axarquía es él. Antonio García llega muy de mañana apoyado en un bastón, y nos conduce en su coche a través de acequias hasta acueductos y aljibes. Atravesamos huertas, fincas de tomates y hasta un rebaño que contrasta con los edificios para el turismo que hay un kilómetro más allá, junto al mar.
Antonio tiene 80 años, una pequeña finca de frutas tropicales y gracia al decir que el agua ha tejido su vida: Nació cuando se rompió el aljibe de la casa donde estaba su madre, aprendió a regar gracias a un hombre que no sabía leer pero era un sabio, durante 28 años su trabajo consistió en regar y cuidar La Mayora, la finca puntera en investigación de la comarca. Hoy lo ha visto casi todo.
Antonio es un ser humano práctico, consciente del lugar y del momento que vivimos, que mira con respeto lo aprendido y desea servir a los que le siguen. Antonio conoce los usos tradicionales tanto como los modernos, y los aplica. Sentado en el Pago de Cayamar nos enseña a regar y hacer surcos, a sembrar y podar con la luna, a organizar el trabajo a lo largo del año en etapas de la recogida y la siembra, y recuerda cómo han evolucionado los cultivos en la vega de La Axarquía desde que estuvieron los árabes hasta hoy.
Texto: Elena García Quevedo.
Fotos: Carlos Pérez Morales.
This post is available in: English Español