A continuación, reproducimos la nota de prensa emitida por el Jardín Botánico de Torretes, miembro de la red Med-O-Med, la apertura al público de su nueva colección botánica el próximo 24 de febrero:
El próximo domingo 24 de febrero el Jardín Botánico de Torretes en Ibi, Alicante, abre al público una nueva colección de musgos, hepáticas y otras plantas con esporas, que completan un espacio dedicado a las plantas más antiguas del planeta.
Todas las plantas se originaron en el mar, poco a poco fueron colonizando las zonas litorales y las aguas continentales, de donde fueron colonizando el medio emergido lo que constituyó uno de los cambios evolutivos de mayor trascendencia en la historia de la Tierra. Las primeras plantas terrestres pudieron aparecer entre 350-400 millones de años durante el Devónico. Para ello las plantas tuvieron que desarrollar una estructura rígida de sostén, conservar la hidratación a nivel celular y repartirla por toda la planta. Pero además en las plantas acuáticas ¡los gametos masculinos alcanzan el gameto femenino nadando! Para conseguir la reproducción sexual fuera del agua las plantas tuvieron que sufrir modificaciones muy importantes.
Este reto se superó por dos vías evolutivas diferentes: la de los briófitos (musgos y hepáticas) sin haces vasculares y con dominancia haploide y la de los cormófitos (helechos, gimnospermas y angiospermas), todas ellos con haces vasculares y dominancia diploide.
Los briófitos obtienen el agua por absorción a través de su superficie (poiquilohidros) y por eso prosperan en hábitats húmedos y sombríos como fuentes, arroyos, turberas, bosques, etc. A pesar de esto, determinadas especies son capaces de soportar ciclos largos de desecación permaneciendo inactivos y volviendo a la vida cuando se rehidratan.
Dentro de Europa se han contabilizado más de 1.700 especies de musgos, de las que un 62% viven en España. Independientemente de su mayor o menor presencia en él paisaje, los musgos están presentes en todos los rincones del planeta, desde los climas más lluviosos a los más secos y desde los más cálidos hasta los fríos hielos polares. Muchas están amenazadas de extinción por la contaminación y el cambio climático.
Los jardines botánicos son conocidos por su labor de didáctica y conservación, acercando muchas especies vegetales al público, a través de recorridos y exposiciones particulares de mayor interés (orquídeas, bulbosas, arboretos, etc.), pero son muy pocos los Jardines Botánicos de Europa que han dedicado un espacio específico a las plantas más primitivas, las plantas carentes de semillas y que se reproducen por esporas.
La Escuela de Botánica Criptogámica “Mario Honrubia”
Esa ha sido la apuesta de Torretes con la creación de la Escuela de Botánica Criptogámica “Mario Honrubia”. Dentro de un espacio con humedad, luz y temperatura controladas, han sido dispuestas colecciones de plantas con esporas en dos apartados el Helechario, donde son los Pteridófitos su mayor exponente, y el Briofitario, donde las hepáticas y musgos son mayoritarios. No obstante, en ambos encuentran también refugio las algas, las cianofíceas y también los hongos, que, a pesar de no ser plantas, también se reproducen por esporas.
Pero se trata de colecciones llenas de vida, donde el agua recorre alegremente una sucesión de “tornajos” troncos de pino vaciados que trasladan el agua uno a una hasta llegar a un pozo que mana un chorrillo, recogido en una pequeña acequia que completa el circuito.
Son muy pocos los Jardines Botánicos de Europa que han dedicado un espacio específico a las plantas más primitivas, las plantas carentes de semillas y que se reproducen por esporas.
Si el Helechario mostraba al público más de 60 especies representantes de la biodiversidad de helechos, licopodios y colas de caballo, ahora el Briofitario permite identificar a 50 especies de Briofitos representantes de su gran diversidad morfológica, lo que implica gran dificultad.
Un acuario permite la presencia de algas continentales y, nadando entre ellas, unos ejemplares de Fartet (Aphanius iberus), pez endémico del Sureste ibérico y en peligro de extinción, cedidos por la Piscifactoria de El Palmar de la Generalitat Valenciana. El Rincón fúngico nos permite observar ejemplares de los grandes grupos fúngicos Ascomicetes, Basidiomicetes y Mixomicetes, junto con hongos liquenizados o líquenes.
Una turbera artificial permite la supervivencia de esfagnos, propios de zonas frías y con suelos ácidos, y aprovechando esta coincidencia algunas plantas carnívoras. Incluso queda un espacio pequeño para evocar ese universo oriental de culto a las piedras, al agua, a las plantas que trasmiten calma, a través de un pequeño Jardín de Musgos Japonés.
Finalmente, estas nuevas colecciones presentes en el Jardín Botánico de Torretes, que contribuyen a la difusión y conocimiento de los grupos vegetales cuya reproducción “escondida” condujo a los botánicos antiguos a denominarlos Criptógramas, tienen una dedicatoria y recuerdo al profesor Mario Honrubia, que tanto nos hacía reflexionar hacia lo pequeño, esa biodiversidad microscópica, pero cuyo papel es imprescindible en los ecosistemas.
Mario, sin duda uno de los mejores micólogos de España, fue uno de los pioneros en el estudio de las micorrizas, esas uniones entre hongos y plantas con semillas, que tanto influyen sobre la supervivencia y productividad de los hábitats forestales y agrícolas. Valga esta dedicatoria en nuestro Jardín Botánico de Torretes como una invitación permanente a las nuevas generaciones a echarse al monte, coger la lupa y aprender de nuestra biodiversidad tal y como él nos enseñó. Para conseguir llevar a cabo este proyecto hemos necesitado la ayuda del Jardín Botánico de la Universidad de Valencia, del CIEF y Piscifactoría del Palmar de la Generalitat Valenciana, del Ayuntamiento de Ibi y de varios profesores de la Universidad de Murcia entre los que destacan Rosa María Ros y Olaf Werner. A todos ellos, muchísimas gracias.
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