Acequia de Bérchules, arteria principal de Mecina Bombaron en el lugar exacto en el que el agua se separa: A un lado se carea, y al otro desciende hacia el valle. Estamos próximos al límite entre La Alpujarra de Granada y Almería; a 1240 metros sobre el nivel del mar los pueblos blancos destacan como bombillas en un árbol de Navidad y las nieves coronan los picos. Hay silencio. “Este es uno de los puntos vitales del aprovechamiento inteligente del agua, que es la acequia alta. El agua se filtra y sale más abajo en fuentes y manantiales, también en aljibes de agua para riego», dice José Antonio Gómez, alcalde de Mecina Bombaron que nos ha traído guiado por Miguel López, uno de sus consejeros en el arte de entender el pueblo. «Los moriscos y los árabes lo manejaban. En Mecina dejaron constancia de los usos y costumbres del agua. Los cristianos después lo hicieron igual. Se trata de un sistema de riego de respeto y admiración a lo ya hecho, y al medio ambiente”, comenta.
López ha escarbado entre los manuscritos para conocer las raíces de la gente de su pueblo, también el origen de leyes aún vigentes. “Quedaron documentos de los usos y las costumbres de los moriscos. La repoblación aquí se hizo con familias de Castilla, de Valdearenas y el pueblo de Brihuega, en Guadalajara. Los castellanos respetaron la ley morisca. Por ejemplo: Las propiedades de la mezquita pasan a la iglesia. A veces los árboles tienen distintos propietarios a la tierra donde están. Los árboles eran un tributo a la iglesia.»
De espaldas a la acequia, Miguel, a sus más de setenta años, recuerda cómo se mantuvo el riego. “Las acequias se limpiaban antes de las fiestas de San Miguel, nuestro patrón, y se pagaban los dinerillos para comprarse ropa nueva. Entonces los inviernos eran crudos, se tenía que quitar la nieve de los terraos y dentro de las casas había cerdos, vacas, mulos, gallinas y conejos. Cuando me casé sembré una finca de papas y me marché seis años a Alemania; al volver mi hija no sabía quién era.” A medida que descendemos López me regala un pedazo de lo que le ha enseñado la tierra: “Con la tierra hay que ser pacientes o no se tiene nada que hacer”. En Mecina Bombarón la agricultura activa alimenta al 40% de las familias. Exportan cherris, habichuelas, frambuesas y papas, entre otros productos.
Texto: Elena García Quevedo.
Fotos: Carlos Pérez Morales.
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