La cuenca del Mediterráneo es actualmente una cuenca estresada, cuna de civilizaciones y testigo de los avances de las mismas. Por esto mismo ha sufrido una importante degradación natural originada por la presión del ser humano, que ha agotado los recursos de sus ecosistemas en pro del avance de las distintas industrias y de las relaciones comerciales.
Sin embargo, la cuenca del Mediterráneo forma también un espacio en el que la interacción del ser humano con el medio natural que lo rodea ha sido enormemente fructuosa, dando lugar a paisajes culturales de gran valor.
Oriente Medio es la cuna del Islam y del Cristianismo, entre otras religiones. La civilización islámica en su desarrollo y en su anhelo por la búsqueda de la verdad a través de la religión entendida como una ciencia, interaccionó con el medio natural de manera muy fructífera. Los habitantes de esa región, al igual que otras en el mundo, entendieron los ecosistemas como algo más que una fuente de recursos; fueron capaces de captar la espiritualidad de los paisajes, y así lo plasmaron en sus campos de cultivo, sus jardines y sus expresiones artísticas y literarias.
No obstante, la civilización mediterránea, y muy en concreto la civilización islámica, en los últimos tiempos ha descuidado su atención al medio ambiente y a la protección de su patrimonio paisajístico. Si estos son hechos reprochables en cualquier sociedad, con mayor razón en el caso de los países de componente islámica, ya que el Islam es una cultura que recomienda de forma especial el respecto hacia la naturaleza y por tanto, una gestión responsable de los recursos naturales, en una relación de equilibrio constante entre el ser humano y el medio que lo rodea.
La deplorable situación medioambiental y la escasez de intentos por parte de los gobiernos y de la sociedad civil de dotar su patrimonio de figuras de protección, es resultado directo de los conflictos, tanto internos como externos, que Oriente Medio, en especial, acumula desde la Primera Guerra Mundial.
Los conflictos, incluso los de corta duración, han tenido importantes repercusiones en la ecología de la región. Las consecuencias y problemáticas sociales, prioritarias de resolver, derivan a su vez en un comprensible desinterés por la protección del medio ambiente.
Las infraestructuras se podrían reconstruir en un corto plazo de tiempo, y se podrían incluso borrar las huellas del conflicto en ellas. Desgraciadamente no ocurre así con la naturaleza, en la que los daños muchas veces son irreversibles y los periodos de recuperación tienen otros ritmos. Por otra parte, el enfoque antropocentrista que actualmente rige las sociedades mediterráneas y medio orientales es incapaz de percibir las pautas que los procesos naturales necesitan para regresar al equilibrio.
No está claro que la estabilidad de estos países vaya a restablecerse pronto, pero lo que sí es seguro es que en la sociedad de estos países han surgido voces que empiezan a reclamar la atención sobre lo que está ocurriendo en lo referente a la protección del patrimonio paisajístico y de la biodiversidad. Por ello Med-O-Med ha decidido acompañarlas y darles soporte en esta importante empresa, actuando siempre de acuerdo con sus principios y con el máximo respeto a la identidad de los pueblos.
Cooperar mutuamente en el desarrollo sostenible de esta región, significa poner en valor sus orígenes y potenciar las iniciativas de protección del acervo científico-cultural propio de las civilizaciones del Mediterráneo y de Oriente Medio.
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