Antiguamente, las islas estuvieron cubiertas de un espeso manto vegetal. Hoy considerablemente mermado y en algunos casos, irrecuperable. Las peculiaridades botánicas canarias y, en último término, macaronésicas (propias también de las islas felices portuguesas: Azores y Madeira; y del archipiélago de Cabo Verde), abastecieron durante siglos a sus habitantes de maderas nobles y de extremada dureza para sus armas, aperos, telares, lagares, barcos y viviendas. Árboles y arbustos como el barbusano, el cedro, el viñátigo, el/oro o el til, pertenecientes a la laurisilva – bosque relicto de Lauráceas- , o como el brezo, el pino, la sabina y tantos otros, aportaron sus cualidades al servicio de la comunidad desde tiempos prehistóricos.
Texto completo: Artesania de madera I ; Artesanía de madera II
En: Guía de artesanía Tenerife. – Tenerife: Gobierno de Canarias, Consejería de Industria y Comercio, 2000. – p. 76-99
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