En nuestra escuela hay paz

Inés Eléxpuru – Fundación de Cultura Islámica, 21 de noviembre de 2018

El pasado mes de octubre comenzó el primer curso de jardinería en nuestra escuela de Salé*, Marruecos. Poco a poco, las cosas avanzan. Los muchachos rezuman alegría y eclosionan como las plantas que pronto crecerán entre sus manos.

Pese a las difíciles circunstancias de casi todos los aprendices, en nuestra  escuela no hay bullying, ni violencia, ni acoso sexual. Hay amor y educación en valores: ciudadanía, sostenibilidad medio ambiental, igualdad de género y social. Y jardinería, claro está, mucha jardinería teórica y, sobre todo, mucha jardinería práctica.

Las azadas resuenan contra la tierra humedecida, y las risas retumban por los pasillos. En ocasiones hay que calmar la plétora y la energía que los alumnos derrochan. Hay entusiasmo en el aire.

Las carretillas circulan, a veces a trompicones (los muchachos están en sus inicios), y los ejercicios colectivos avanzan con celeridad y dinámica de grupo.  Ya van aprendiendo las cualidades del suelo y del trabajo en equipo.

Nuestros chavales se convertirán en jardineros y serán respetados por sus conocimientos y su comportamiento. No tendrán que jugarse la vida en pateras asesinas ni buscar horizontes inciertos del otro lado del Estrecho.

Nuestros chavales se convertirán en jardineros y serán respetados por sus conocimientos y su comportamiento.

Los hay menores y mayores; los menos. Tienen entre 15 y 30 años. Los hay con conocimientos básicos, y los hay con algún año de carrera universitaria. Unos son aplicados, otros, algo menos.

Una gran familia

“Somos una gran familia. Tenemos hermanos mayores y hermanitos chicos”, dice Myriam* pletórica y ufana. “Los más revoltosos van mejorando”. Se abrazan –a veces también dejan caer alguna palabra o un gesto soez. Abrazan a sus profesores. Piden fotos, y más fotos… ¡qué obsesión! Cuando posan, abren los dedos en señal de victoria y quieren verse muy guapos en sus flamantes uniformes. Probablemente, para presumir ante sus amigos del duar o del centro de adopción.

Nuestros muchachos y nuestras muchachas viven situaciones personales complicadas. Son huérfanos, son víctimas del abandono, tienen familias desestructuradas, han perdido la ilusión por los estudios, tienen a su cargo a otras personas… Este es el caso de Amina, que trabaja como empleada del hogar durante los fines de semana y tiene a su cargo a su padre discapacitado. Aun así, acuden puntuales cada mañana a su cita, y se esmeran. Están recobrando la  esperanza.

Adil tuvo que abandonar la escuela porque iban a desahuciar a sus padres y debe ayudarles a vender plástico. Estamos tratando de recuperarlo, es un alumno jovial y especialmente trabajador.

Aicha, la junior, quiere asistir a clase ¡incluso los fines de semana! Mahmoud es especial. Cuando los demás trabajan, él se escapa –hay que rescatarlo a menudo- y cuando los otros descansan, él se encamina al vivero para trabajar. No quiere fotos, no, lo dice bien claro, pero a cada momento pide que le hagan una junto a sus compañeros.

El pasado mes de octubre comenzó, por fin, la primera promoción. Han sido muchos años de trabajo, con alegrías y algunas incertidumbres, pero ha merecido la pena.

Los singulares peinan cresta, como las abubillas o, mejor dicho, como los futbolistas. Toa, la directora, dice que va a escribir a la federación española de fútbol para que prohíba ese tipo de peinado… Es una broma ¡claro está! También usan anillos desmesurados con rubíes o esmeraldas de cristal, y vaqueros agujereados. Pero ahora, con la vestimenta de trabajo y los guantes, eso ya pasó a segundo plano. Lucen estupendamente.

Esperanza

Nuestros muchachos son la esperanza de esa parte de la juventud marroquí que se ha descolgado, que quiere marchar… están llenos de vida y de proyectos. Memorizan y hacen suyos los consejos de Cherif Abderrahman, nuestro querido presidente y mentor: tienen que hacerse hombres y mujeres de provecho, como se decía antiguamente. Esforzarse, dar ejemplo, enseñar a sus padres y a sus tutores los valores que están aprendiendo. Convertirse en referente. Respetar a las mujeres, pues es lo que nos enseña el Islam. “El conocimiento permanece, el dinero, no”, ha retenido alguno de ellos tras la charla educativa.

El pasado mes de octubre comenzó, por fin, la primera promoción. Han sido muchos años de trabajo, con alegrías y algunas incertidumbres, pero ha merecido la pena. Ellos serán los primeros jardineros diplomados de Marruecos. Y eso no tiene precio.

*La Escuela de Jardinería Bouregreg Med-O-Med es un proyecto de la Fundación de Cultura Islámica y la empresa pública marroquí, Agence pour l’Aménagement de la Vallée du Bouregreg.

*Todos los nombres de los alumnos son ficticios.

Más información:

Escuela de Jardinería Bouregreg Med-O-Med

Una escuela de jardinería en Marruecos

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